Cuando uno habla de Juan Daniel Oviedo es inevitable pensar en números, cifras y datos. Los tiene todos en su cabeza. Soluciona cualquier duda o problema por medio de la lógica y la estadísitica. Ya lleva varios meses conociendo cada rincón de Bogotá para ser su nuevo alcalde. Tiene en su mente un modelo de ciudad y según algunas encuestas, es el elegido por los capitalinos para reemplazar a Claudia López.
Le encanta el deporte, cada vez que puede sube a Monserrate, se da un paseo por Patios o simplemente corre unos kilómetros en la trotadora. Es su mejor momento del día y le ayuda para aclarar la mente para tomar mejores decisiones en su día a día. Juan Daniel Oviedo pasó por Claro Sports y nos contó sus propuestas para evitar la violencia en los estadios de Bogotá y cómo va a manejar el tema de los escenarios deportivos que también se usan para conciertos.
¿Cuál es su vínculo con el deporte?
“Practiqué muchos deportes, pero fracasé. Antes de estar en el colegio del Rosario, estuve en el
Liceo Boston. En ese momento era un colegio de gente afortunada y me indujeron a la natación,
pero mis papás tuvieron problemas económicos y me cambiaron de colegio. En el Rosario jugué
fútbol, pero nunca fui bueno para el fútbol y por eso me pasé al tenis, pero soy pésimo jugando
tenis. Era más el show de la raqueta, la manilla. Nunca tuve una aptitud para los deportes. Yo
quise aprender a patinar y ese fue mi deporte de infancia, el que más me gocé. En la bicicleta, me
tuvieron que pegar un regaño en la ciclovía para que dejara las llantas de auxilio. No me gustaba
que me fuera mal en el colegio y en educación física me dijeron que me aprendieron el
reglamento de árbitro. Me aprendí los de básquet, voleibol y fútbol. Me volví el mejor árbitro del
colegio y así me iba bien académicamente. En Toulouse, en la universidad, me empezó a gustar
correr. Soy un buen trotador, me gusta ir a Monserrate, Patios, subir la vía Las Palmas.
Actualmente troto a las 4.00 a.m. en el Parque Nacional. Es terapéutico. Y los fines de semana si
me desquito y trato de subir a Monserrate, corro en el Parque Simón Bolívar. Mi relación con el
deporte ahora es más terapéutica”.
¿Consume deporte?
“Tengo mala fama porque cuando veo un partido de fútbol de Colombia, Colombia pierde. No soy
hincha de ningún equipo como tal. De niño me hicieron identificar con el América y en Francia, fui
espectador de varios partidos de Rugby, peor más por la vida social que está detrás”.
Subir a Monserrate es seguro, pero ya algunos deportistas sufrieron algunos sustos…
“Nunca he tenido un hecho de inseguridad en Monserrate, pero sí se habla. Todo el sendero
peatonal de Monserrate tiene una jurisdicción separada. Hay vigilancia privada solamente en el
ingreso en el primer portal y hay algo de Policía, pero si se podría poner más para tener
monitoreo. O tener video vigilancia, al igual que en Patios, donde en algunas partes no hay señal
de celular. También sería interesante que la Policía diera ejemplo con su estado físico. Que estén
‘fit’ para estar subiendo y bajando sin mayores contratiempos. En Patios el tema es más de
tolerancia. Los domingos cambia un poco. La idea es revivir esa app para construir el túnel que
conecte con La Calera y por el lado d ellos que trotan, hay que generar cultura en las pistas que ya
existen en varios parques metropolitanos”.
En cultura ciudadana dimos varios pasos para atrás…
“La movilidad en Bogotá se volvió una gestión de odios. Hay una regla muy de la cultura deportiva
y es “convivamos” y definamos cuáles son los espacios en los cuales vamos a respetar nuestra
presencia, el espacio público que cada uno va a utilizar. Convertirlo en algo similar al fútbol: a
pesar de que haya fallas, hay reglas que se respetan. En Bogotá lo que pasó es que de la falla,
volvió la falla una regla y destruyó el sistema básico de convivencia de la movilidad. Sí hay que
reconocer que hay gente imprudente. Por eso soy fan número uno del proyecto ‘Tiempo de
Juego’, el deporte sí es una fuente de formación en valores”.
Los estadios para: ¿Conciertos o fútbol?
“La institucionalidad en Colombia a través del marco legal de espectáculos culturales y deportivos,
invita a los alcaldes para poder prestar los estadios para eventos culturales y deportivos, y
establece la imposición de cláusulas y pólizas que aseguren que los escenarios se preserven. Pero
la situación e Bogotá es tan crítica, que necesitamos más que permitir, más que apelar a ese
marco legal, lo que necesitamos es construir infraestructura cultural. Sobre todo, de capacidad
media y baja. Bogotá tiene un déficit de escenarios culturales entre los 2.500 y 6.000
espectadores. Eso no le está permitiendo a Bogotá traer artistas de talla mundial que no llenan un
estadio de más de 40.000 personas, o un Movistar Arena que son más de 12.000. Pero Bogotá se
está dando cuenta que existe una oportunidad para convertirse en una metrópoli y en un foro
cultural de espectáculos. Entonces la propuesta es minimizar y prácticamente limitar
drásticamente el uso del estadio para dar espectáculos culturales. Tenemos que generar los
incentivos, sobre todo desde la empresa privada, para que Bogotá cuente con un gran escenario
de carácter cultural y de entretenimiento, de gran escala, pero al mismo tiempo que desde lo
privado se incentive a la construcción de escenarios culturales de aforos máximo de 5.000
personas y ojalá distribuidos en diferentes localidades de la ciudad. La ley lo permite, Bogotá tiene
que buscar dónde hacer cada uno de los conciertos dependiendo del artista”.
¿Va a armar más escenarios para el deporte?
“Se necesita más información, más sistematización, porque con ella se monitorea el talento. La
infraestructura deportiva está, pero en algunas localidades está empezando a sufrir deterioro.
Porque Bogotá sufre de la antítesis de que, si tiene casa, tiene que mantenerla. Ese es un tema en
el que también tenemos una apuesta transversal y es poder tener una unidad gestora de espacio
público. Que incluso el espacio público asociado a la infraestructura deportiva del IDRD, que quede
una regla transversal y es que cada espacio público tiene que estar bien mantenido. Que haya una
agencia transversal de mantenimiento. También hay una cola enorme en los programas de
‘Escuelas de mi Barrio’. Hay que resolver esa congestión y que los estándares de infraestructura
deportiva, pasen a un gestor de espacios públicos de la ciudad”.
La modernización de El Campín…
“La idea es que el estadio pase a ser un escenario deportivo con capacidad para 50.000 personas.
También es altamente riesgoso que un espacio físico que va a estar en obra y hay que mirar qué
fechas se prestan para eventos musicales, culturales y de entretenimiento. Creemos que una vez
el estadio recupere su estado optimo, y al mismo tiempo esa intervención infraestructural, que
tiene prevista, por ejemplo, crear una piscina parra entrenamientos. Esa remodelación nos va a
permitir ser más resilientes, tener al menos una infraestructura de base para que el estadio sea
más resiliente cuando sea utilizado para eventos culturales. Por eso cada vez que suceden esas
cosas, por más pólizas y por más cosas, la grama queda destruida y uno d ellos valores
significativos que tiene el estadio, tiene que ser visto no como infraestructura para artistas
internacionales, sino para reconocer también que el estadio es un espacio de convivencia, en el
marco del espíritu deportivo y sobre todo en Bogotá donde la cultura de las barras bravas, las
tensiones que se dan alrededor del fútbol, son componentes de la cultura urbana de la ciudad.
Hay que valorar esa cultura urbana y decir “el estadio también es un espacio de expresión de la
cultura urbana”.
¿Qué hacer con las barras bravas?
“Creo que Bogotá tiene diferentes iniciativas que están fundamentados en estudios académicos.
La iniciativa de ‘Goles en Paz’ tiene casi 20 años, se ha creado ‘Goles en Paz 2.0’, pero es necesario
reconocer que el ejercicio de las barras bravas en Bogotá es un componente que se incrustó, no
despectivamente sino positivamente en la cultura urbana de la ciudad. Lo que necesitamos es, que la institucionalidad que está detrás de esas barras bravas, permita tejer capital social en otro tipo
de actividades, o en otro tipo de escenarios, o en otro tipo de convocatorias que también sea
avaladas por el distrito. El distrito podría pensar mejor los escenarios de entrenamiento para las
barras. A veces las barras de Millonarios ensayan en ‘La Rebeca’, otras veces lo hacen las de
Nacional. ¿Es ese el espacio para hacerlo? Una de las apuestas que nosotros tenemos es lograr
que el Parque Nacional sea un parque, que perimetralmente esté cerrado y que esté pacificado
para el uso vehicular, eso implica a la Escuela de Carabineros y la infraestructura educativa que
tiene al interior del parque. Sería bueno que el Parque Nacional sea completamente un parque
urbano, que esté iluminado y que sea un escenario de expresión de las barras bravas de la ciudad.
Es un sitio céntrico, es un sitio en donde hay suficiente espacio de distanciamiento para que todos
puedan estar, y que al mismo tiempo el distrito pueda estar ahí presente. Hoy en día, cada partido
‘sensible’ implica destinar de 1.200 a 1.500 policías para el estadio. Si se puede se debe intervenir
en el fenómeno de las barras bravas a través del instituto y que la gente se perciba segura al
interior del estadio”.
La seguridad biométrica…
“La tecnología puede ayudar, pero al mismo tiempo hay que tener cuidado porque la carnetización
genera estigmas. Siempre que en Colombia se habla de carnetización, se siente más como hablar
de exclusión. A mi me parece que uno d ellos desafíos y estamos pendientes de hablar con las
barras bravas, quisiéramos aprovechar el cómo esta manifestación de cultura urbana puede ser un
escenario de construcción, no de destrucción, de los pilares de nuestra estrategia de cultura
ciudadana. El deporte sí puede ser un elemento formador de valores. Inglaterra es el pionero del
tema biométrico, por los temas de inseguridad que se plantearon, pero el fenómeno de Bogotá es
más importado de Argentina. Para ellos, es su manera de expresarse, el desfogue. Si uno lograra
que esa institucionalidad lograra esos desfogues más frecuentemente y no cada vez que hay un
partido, que hubiera espacios, pero que al mismo tiempo ellos pudieran tener un rol valioso en el
programa escuelas de mi barrio, o de fomentar iniciativas privadas para la construcción de
infraestructura deportiva. Fortalecer los espacios deportivos de las localidades y que ellos
pudieran tener ese espacio, que sirva para construir y formar valores”.
También hay muchos deportes que necesitan ser tenidos en cuenta…
“Ahí hay un tema de esos que uno siempre ve en las organizaciones. Alrededor de la práctica de
deportes en la ciudad, hacen falta encadenamientos entre la práctica deportiva que sucede en
sedes educativas públicas y privadas, con toda la infraestructura que despliega el IDRD, pero
también con los clubes deportivos. No se comunican entre ellos. Entonces la posibilidad de
identificar talentos en esos deportes (no tan comunes en nuestro país), requiere que haya más
comunicación entre los diferentes escenarios en los cuales se puede predicar esa práctica
deportiva para señales de alerta de cómo y ene se punto sí hemos recibido quejas sobre todo en
deportes y en prácticas deportivas de personas con incapacidad. Hay personas con discapacidades
que son muy hábiles que empiezan en Bogotá, pero terminan en la liga de Medellín. Sí hace falta
tener un sistema de monitoreo”.
Para todo… es clave que el que dirija el IDRD sepa de deportes…
“Nuestra apuesta es poder elegir a las personas en función de sus méritos, en función de su
cercanía, frente a los procesos que se administran, incluyendo el IDRD. Creo que ahí sí es
importante que su director entienda que parques y deportes ya no son un tema solo de
infraestructura. Es una infraestructura que tiene que ser, primero interoperable, en el sentido que
tienen que acudir a infraestructuras educativas y de mega colegios. Buscar la forma de lograr eso.
Debe haber parques contemplativos que se deben respetar. Ahí sí se necesita una persona que
entienda la capacidad del deporte de conectar, no solo con sus dinámicas propias, sino reconocer
que el deporte no solo es un escenario de inclusión, también es un escenario terapéutico en
cuanto a la salud mental. Desafortunadamente, como la contratación del mantenimiento de los
parques, la contratación de la vigilancia de los parques y los diferentes gestores deportivos, todos
dependen del IDRD, pues el IDRD es un fortín burocrático muy grande porque son miles de
contratistas que están ahí. El presupuesto del IDRD de inversión está en $629.000.000 y el de
funcionamiento es de $42.000.000. En eso se van todos los contratos por prestación de servicios”.