Desde su lugar en la esquina de la cancha, el DJ del Heat de Miami, M Dot, puede ver en primera fila a la fusión armoniosa del baloncesto y la música. M Dot, cuyo verdadero nombre es Michael Hankerson, ha visto a LeBron James, Dwyane Wade y Jimmy Butler mover la cabeza en los calentamientos con canciones de artistas como Drake y Jeezy. Ha visto a los fanáticos murmurar letras de canciones entre aplausos y artistas de rap animando a la multitud.
Es una relación que comenzó a fines de la década de 1970 y principios de la de 1980, cuando el hip hop estaba despegando, y también una nueva era de la NBA. Hoy en día, los juegos de baloncesto son como un patio de recreo para los sonidos del hip hop, el género musical inconfundible lleno de ritmo y narraciones vívidas.
Así como la banda sonora de una película ayuda a los espectadores a seguir la acción a través de cada giro de la trama, el hip hop ha hecho lo mismo con el baloncesto a través de la NBA. Durante las últimas cinco décadas, el género ha insertado letras, ritmos y cultura en el ADN del deporte. Ahora, cuando el hip hop llega a su 50 aniversario, ambos están profundamente entrelazados, como un ovillo.
“El hip hop siempre ha sido joven, fresco, identificable”, dijo M Dot. “Si asistieras a cualquier juego de la NBA, diría que probablemente sea un tercio de la música que se reproduce”.
Sin duda, otros deportes han sido tocados por la cultura hip hop a lo largo de las décadas. Pero el hip hop y el baloncesto comparten, literalmente, cancha desde el nacimiento del género musical y su parentesco siempre ha sido diferente.
“Creo que la relación entre el baloncesto y el hip hop parece una especie de simbiosis. Ambos permiten la expresión individual dentro de una dinámica de equipo”, dijo Mark Campbell, profesor de música y cultura de la Universidad de Toronto. “Lo que los hace únicos es que muchas veces lo memorable del baloncesto no es la cantidad de victorias que logró un equipo, sino cómo Dr. J (Julius Erving) recorrió el aro, o cómo un jugador individual creó poesía en movimiento. … cómo hicieron que el cuerpo hiciera cosas interesantes, dinámicas y nuevas”.
Muchos artistas de hip hop y jugadores de baloncesto han vivido historias similares al surgir de la pobreza y llegar a la riqueza, creando una hermandad natural dentro y fuera de la cancha. Esa conexión tiene sus raíces en los primeros días del género. “Rappers Delight” de Sugar Hill Gang, la primera canción de rap que apareció en la lista Hot 100 de Billboard, relacionó la cancha de baloncesto con la caja de ritmos en 1979 cuando Big Bank Hank rapeó: “I got a color TV so I can see the Knicks play basketball” (Tengo un televisor a color para poder ver a los Knicks jugar basquetbol).
Kurtis Blow lo volvió a hacer en 1984 con “Basketball”, su oda lírica al deporte y otro de los primeros éxitos comerciales del rap.
“El baloncesto a mediados de los años 80, después de la fusión de la NBA y con la ABA, luchaba por ser un deporte profesional rentable”, dijo Campbell. “Todo lo que realmente se necesitó fue alguien como (Michael) Jordan para tener la arrogancia de los b-boys de los barrios, tener la arrogancia de cualquiera que esté afuera, o tomar la arrogancia de un Rakim o esos tipos y ponerla en un escenario donde la televisión por cable permitía a la gente ver aquello que no podían ver de los barrios de los que no formaban parte”.
Fue el comienzo de una conexión que ha persistido a lo largo de las décadas. Los “Fab Five” de Michigan fueron el primer equipo del baloncesto universitario con un toque de hip hop y llegaron a la escena en 1991, el mismo año en que Public Enemy se convirtió en el primer grupo de hip hop en encabezar las listas de Billboard.
Desde sus pantalones cortos holgados hasta sus calcetines y zapatos negros, los cinco estudiantes de primer año de Michigan (Jalen Rose, Chris Webber, Jimmy King, Juwan Howard y Ray Jackson) aportaron una personalidad al deporte que contrastaba directamente con el estilo atenuado de los jugadores que vinieron antes que ellos.
“La mayoría de los jugadores de baloncesto quieren ser artistas y la mayoría de los artistas quieren ser atletas. Así que nos prestamos atención los unos a los otros”, dijo King. “Creo que usamos el género musical hip hop para animarnos en los juegos, mantener la emoción y la motivación. Y creo que los artistas obtienen esa emoción indirectamente a través del atleta… Simplemente va de la mano”.
Si bien la mayoría de los equipos tienen gritos de batalla como “¡Vamos, equipo!” o ”¡Familia!”, King recordó que el equipo de Michigan usaba un grito no tan sutil tomado del álbum de 1991 de Geto Boys “We Can’t Be Stopped”.
Ese legado llegó a Allen Iverson cuando ingresó a la NBA en 1996, encarnando la cultura hip hop en todo lo que hizo, desde su ropa hasta su cabello trenzado. Las estrellas adoptaron el hip hop de formas inéditas, y esto hizo que la NBA se frenara y generó preocupación en algunos círculos sobre los patrocinadores corporativos más conservadores de la liga. El ex comisionado de la liga, David Stern, incluso instituyó un código de vestimenta para los jugadores que estaban en la banca con ropa de calle.
Pero era algo que iba más allá del estilo para vestir, la semilla del hip hop/NBA se había afianzado. El tiempo de Iverson en la liga ayudó a cimentar una era de jugadores de la NBA que pasaron de simplemente de consumir hip hop y pasar el rato con sus estrellas, a producir su propia música.
Iverson, Shaquille O’Neal, Kobe Bryant, Marcus Smart, Damian Lillard y tantos otros tienen álbumes reales de hip hop. Lillard, siete veces convocado al juego de estrellas, es conocido por su nombre artístico Dame D.O.L.L.A. en el estudio. Con cuatro álbumes en su haber, a menudo muestra su talento lírico en las redes sociales. La temporada pasada, cuando una tormenta de nieve lo dejó a él y a sus compañeros de equipo de los Trail Blazers de Portland varados en la cancha durante más de siete horas, usó el tiempo de inactividad para escribir un verso sobre la terrible experiencia, que completo con una grabación de video musical improvisada.
El parentesco entre los dos mundos sigue siendo claro. Drake y J Cole son sólo un par de artistas de hip hop de renombre que están profundamente involucrados con los equipos de la NBA. Drake ha sido embajador mundial del equipo de su ciudad natal, los Raptors de Toronto, desde 2013 y, a menudo, se lo ve al margen de la duela interactuando con entrenadores y jugadores. Cole, que jugaba en el equipo de baloncesto de su escuela secundaria, se convirtió en propietario minoritario de los Hornets de Charlotte cuando Michael Jordan vendió su participación mayoritaria en junio.
Cuando el popular artista de rap de Los Ángeles, Nipsey Hussle, fue asesinado en 2019, los equipos y jugadores de la NBA le rindieron homenaje. Los Clippers exhibieron una camiseta con su nombre. Estrellas como Stephen Curry, quien había desarrollado una amistad con Hussle, le rindieron homenaje en redes sociales y en conferencias de prensa.
Destaca cómo el hip hop ha utilizado la NBA para salir de sus orígenes urbanos y llegar a todos los rincones del país. Las palabras y las contribuciones de los artistas de hip hop, que alguna vez fueron ridiculizadas por la cultura masiva de Estados Unidos, ahora impactan a las multitudes.
Jay-Z no sólo compró una participación minoritaria en los Nets de Brooklyn, sino que también diseñó sus uniformes. Cuando los jugadores de la NBA molestos por la injusticia racial y la muerte a tiros de hombre negro por parte de la policía en Wisconsin organizaron una marcha dentro de la burbuja pandémica de la liga en 2020, fue una manifestación física de la angustia que palpitaba en la música hip hop en ese momento.
“No hay forma de sobrestimar el impacto de la cultura hip hop”, dijo Campbell. “Nos deja ver que si la NBA no va a ser el hogar del tipo de estilo excesivo que es parte de la cultura negra o urbana, alguien más lo capitalizará. Las marcas de moda, el baile, todos esos elementos impactan igualmente en cómo el baloncesto trata de ganar dinero. Cómo trata de ser genial en cierto sentido. Es el factor genial”.