Con una maravillosa y memorable versión de Nikola Jokic, los Denver Nuggets tomaron ventaja en la final del Oeste ante Los Angeles Lakers (132-126). El genio serbio controló con asombrosa facilidad el ritmo del encuentro y firmó una monumental actuación de 34 puntos, 21 rebotes y 14 asistencias para su sexto triple-doble en estos playoffs. El doble MVP ya llevaba un triple-doble en el tercer cuarto y fue el ingeniero jefe de una maquinaria ofensiva de los Nuggets muy ajustada salvo en un último cuarto deslucido y que por poco les cuesta el triunfo.
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Los Nuggets, el mejor equipo del Oeste en la temporada regular, extendieron así su racha de invictos en casa en estas eliminatorias que simbolizan su lucha contra la historia: nunca han ganado un anillo, jamás han llegado a las Finales de la NBA y han perdido tres de sus cuatro finales de conferencia ante los Lakers. La exhibición de Jokic no fue un caso aislado en Denver, que contó con seis jugadores en dobles dígitos y en donde también destacó Jamal Murray.
Los Lakers dejaron una imagen endeble en defensa -sobre todo en la primera mitad- pero reaccionaron de forma muy meritoria en la segunda parte hasta acariciar una descomunal remontada en el último cuarto. Anthony Davis, pese a lidiar con Jokic, brilló con 40 puntos y 10 rebotes, LeBron James sumó 26 puntos, 12 rebotes y 9 asistencias, Rui Hachimura fue clave como reserva con 17 puntos y Austin Reaves lideró la carga a la desesperada con 23 puntos.
Denver arrancó la final del Oeste soltando una avalancha desde las Montañas Rocosas sobre los Lakers. Enchufados en todas las facetas, finos en la puntería y con Caldwell-Pope al frente del esfuerzo defensivo, los Nuggets pusieron la mesa para que Jokic se diera un auténtico festín en el cuarto inicial. El pívot explotó sus mil y un trucos, manejó el partido a su antojo como si fuera un titiritero y acabó los doce primeros minutos con una espectacular hoja de servicios: 8 puntos, 12 rebotes y 5 asistencias.
El apetito insaciable de Jokic fue un reflejo evidente de la sonrojante superioridad de los Nuggets en los rebotes ante unos Lakers desaparecidos. Los angelinos mostraron muchos problemas para defender las transiciones, pero sobre todo se vieron arrollados por unos Nuggets mucho más físicos y potentes frente a un quinteto de los Lakers ‘demasiado bajo’ (D’Angelo Russell, Dennis Schröder, Reaves…).
Así, los Nuggets, que llegaron a ganar de 16 puntos, cerraron un primer cuarto prácticamente perfecto (37-25). Su fabuloso despliegue de energía continuó incluso con Jokic fuera de la pista gracias a un Bruce Brown que entró como un cohete desde el banquillo. Hubo un pequeño intento de respuesta visitante con Davis, LeBron y Hachimura uniendo esfuerzos. Pero la primera mitad fue un recital absoluto de los de Mike Malone (72-54) amparados por la lección magistral de un Jokic que se plantó en el descanso rozando el triple-doble: 19 puntos, 16 rebotes y 7 asistencias.
En los últimos 25 años, ningún jugador de la NBA había conseguido 15 puntos, 15 rebotes y 5 asistencias en una sola parte en playoffs. Davis respondió con 18 tantos -pero solo 2 rebotes- para unos Lakers muy precarios en defensa y pobrísimos en la zona. Jokic estuvo además excelentemente acompañado por un Murray preciso en el tiro (17 puntos), un Brown incansable (14) y un Porter Jr. (10) que ejemplificó perfectamente cómo había sido el partido hasta entonces al poner un taponazo a Reaves, correr la transición y clavar un triple desde la esquina.
Los Nuggets llegaron al +20 con 12 puntos de Caldwell-Pope en el tercer cuarto. Pero los Lakers, en un esfuerzo de resistencia encomiable, no dieron el partido por perdido, se agarraron a los 13 puntos de un Davis magnífico (5 de 5 en tiros) y llegaron a ponerse a solo 11 (103-92) con 6.7 segundos en ese periodo y tras un parcial de 2-11. ¿El único problema? Que Jokic se sacó de la chistera un milagroso triple sobre la bocina que dejó a Davis con una sonrisa entre irónica y desesperada (106-92).
Los de púrpura y oro, todavía tristes en defensa pero infinitamente mejor en ataque, lo intentaron de nuevo y un triple de Reaves les situó con -8 y 10 minutos todavía por jugarse. Murray respondió para dejar -lo que parecía- el partido visto para sentencia (118-104 con 7.15 para el final), pero los Lakers se sacaron un as de la manga colocando a Hachimura para defender a Jokic con Davis en la ayuda. Ese ajuste pilló con la guardia baja a los locales, secó a Jokic y alumbró un enorme parcial de 6-17, con una versión estelar de Reaves en el perímetro, para dejar el partido en un pañuelo (124-121 con 3.23 para el final). Con Denver muy nervioso, LeBron tuvo un triple para empatar el encuentro con 45 segundos en el reloj, pero no entró y los Nuggets, con más apuros de los previstos, cerraron el 1-0.