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Lo sucedido en el Campeonato de Europa de Ciclismo en contrarreloj de Limburgo (Países Bajos) con el ciclista Stefan Kung ha generado una polémica respecto a la seguridad de los ciclistas y hasta qué punto se debe poner un límite cuando estos sufren un accidente durante una competencia.
Y es que durante este certamen, el ciclista del Groupama–FDJ sufrió un grave accidente en la zona vallada del circuito cuando pedaleaba a cerca de 60 km/h. El suizo, quien buscaba revalidar su título en esta competencia, no se percató de que las vallas tenían un pie saliente y, al transitar tan cerca, terminó pisándolas con su bicicleta y saliendo disparado.
Esto lo dejó con una conmoción cerebral, fractura de mandíbula y una mano rota, además de una imagen que estremeció al mundo del ciclismo, pues su casco terminó completamente destruido y su uniforme de cubierto de sangre, algo que llevó a muchos a preguntarse sobre si los protocolos de la UCI deben modificarse para no poner en riesgo la salud de los deportistas.
Si bien entre estos protocolos se realizan preguntas ciertas preguntas tras los accidentes para establecer si un ciclista puede continuar o no, lo cierto es que en esta ocasión, lo sucedido con el ciclista suizo, quien no pudo ni retener su título ni competir en óptimas condiciones, es un fiel reflejo de lo que podría ocurrir sin medidas de seguridad aún más estrictas, pues no cabe duda que se pone en juego la vida de los ciclistas.