Recorrido plano en la séptima etapa. La Vuelta a España, después del revolcón que pegó el Jumbo Visma el jueves, trajo una jornada ideal para los velocistas y en el que los favoritos iban a tener que ahorrar sus esfuerzos para otro día en que haya montaña. Un calor sofocante se mantuvo sobre los ciclistas.
Recién partiendo de Utiel, José Herrada (Cofidis) y Ander Okamika (Burgos-BH) lanzaron un ataque para lanzarse en la expedición. Lograron sacar una ventaja de 2:30. Dentro del pelotón, Geraint Thomas fue al suelo y empeoró las preocupaciones del Ineos en esta edición de la ronda ibérica.
Okamika tuvo un pinchazo que hizo frenar la fuga y ahí empezó el descuento de tiempo por parte del grupo. A unos 60 kilómetros de meta, el pelotón alcanzó a los escapados, pero el hombre del Burgos encontró un segundo aire para volver a tomar distancia y esta vez intentar su aventura individual en el frente de la carrera. Poco más de un minuto era algo manejable.
Así se mantuvo la travesía por la comunidad autónoma de Valencia hasta que quedaron 40 kilómetros por recorrer y se aproximaba el sprint intermedio de Cullera. A orillas del Mediterráneo, el viento pegaba desde la izquierda. Con una vía estrecha, el grupo se alargó y el espectáculo de la velocidad bonificó a Kaden Groves (6”), Marijn van den Berg (4”) y Jonas Vingegaard (2”).
Los 20 kilómetros posteriores fueron muy tranquilos y sin sobresaltos de actitudes. Sin embargo, hubo resbalón de Pierre Latour al 10 kms. y dentro de los otros cuatro afectados estuvo Sepp Kuss; por fortuna, sin mayores consecuencias. Cinco kilómetros después, otra caída y el más afectado fue Thymen Arensman, quedando totalmente tendido y esperando asistencia. Retiro inminente para el Ineos.
El embalaje de meta tuvo a Molano, Groves y Theuns luchando. Tras la última curva dejó al venezolano Orluis Aular en una muy buena posición para arrancar e intentar el triunfo. Le faltó muy poco para alcanzar a Geoffrey Soupe, que agitó las piernas y la barba para sorprender.