El Inter de Milán volvió a clasificarse a una final de Champions League después de 13 años tras dejar a su rival de toda la vida en una llave muy pobre en cuento a lo futbolístico donde hubo un equipo que si se puso el traje para la ocasión y la disputó como tal. Tanto en la ida, como en la vuelta (que pudo haber sobrado).
El Inter fue el más serio
Además de liquidar la llave en la ida por 2-0. En la vuelta, de los dos, fue el equipo que más intentó jugar al fútbol. El Milan estuvo en una siesta constante que duró un poco más de 180 minutos. Uno no puede querer jugar la final de la Champions buscando a Giroud a punta de pelotazos. Va en contra de todo lo que ha mostrado este equipo a lo largo de los años en la competición. No por nada tiene siete trofeos en su haber.
Un Toro anda suelto
En la ida se le había negado la posibilidad de marcar, pero siendo el capitán, se puso el equipo al hombro y en la vuelta tuvo su premio marcando el tanto con el que el Inter de Milán selló el paso a la final. Algo que no pasaba desde 2010 cuando llegó a ella y le ganó al Bayern Múnich en Madrid. Lautaro Martínez llega afilado para cerrar un temporada soñado con un título Mundial en el medio.
No tenerle miedo a la historia
El Milan, a lo largo de la historia, ha sido el equipo más ganador de los dos. En 180 minutos le quedó grande la llave y jamás le metió miedo al rival. El Inter de Milán, por su lado, liquidó rápido todo; no sufrió y menos en la vuelta. Tardó en marcar, pero finalmente llegó el tanto de Lautaro Martínez que liquidó todo. Con los números y el historial en contra, se plantó y se clasificó a la final.