La hora de Pep Guardiola y el Manchester City. Un partido impecable, para la historia. El vigente campeón tiene la chapa de ser un gigante al que se debe matar, sino aplasta. Así lo entendió y lo hizo el equipo inglés, que mostró todo su recital y no dio oportunidad al Real Madrid de si quiera tomar un respiro en el Etihad. Ganaron los ciudadanos con goles para ir a disputar la final de Champions League ante Inter de Milán. También ganó el fútbol y los aficionados testigos de una obra futurista para el deporte rey.
El partido soñado para Pep para quitarse el peso de encima. La peor pesadilla del Madrid de la que no logró despertar. Los ciudadanos desde el primer minuto tomaron la pelota y sólo se la dejaron ver a sus rivales para que se marearan al verla de lado a lado y quedaran indefensos. El gol sólo era cuestión de minutos por más que el enorme Courtois hiciera sus milagrosas apariciones para atajarle en dos oportunidades a Haaland.
Si se habla de fútbol champán tienen que entrar en la historia los primeros 20 minutos del City. Comprometidos con su idea de juego lograron derribar al gigante belga. No las podía sacar todas y menos frenar la avasallante marea azul. Los de Guardiola triangularon, bailaron por la banda derecha y De Bruyne metió un balón al espacio para que Bernardo abriera el marcador.
Una pesadilla de esas que sofocantes, que dejan sin aire y por más que se intente es imposible librarse de la presión en el pecho y la sensación de jugar en un campo más ancho con inferioridad numérica. Ni si quiera en un pataleo hubo un conato de reacción, sería una jugada aislada en la que Kroos estrelló un bombazo en el horizontal. En el juego de contrastes entre la lucidez del Manchester y la nublada visión del Real Madrid, Camavinga hizo un movimiento incomprensible que liberó a Gündogan, el cual pudo penetrar en el área y abrirle camino a Silva para que llegase de atrás a empujar con un cabezazo el segundo.
La camiseta del Real Madrid tiene peso e historia. Ese fue el impulso de la rebeldía de los dirigidos por Carletto para el complemento. Si bien la garra los llevó a dejar de correr detrás de la pelota, nunca pusieron en problemas a Ederson. Se podría decir que al partido le sobraron 45 minutos, pero no cuando se trata de un espectáculo como el brindado por el City.
La segunda parte aguardaba para que Haaland aportara su solo en la sinfonía y se lo impidió Courtois. El noruego recibió en el área y le propuso una pared a Gündogan, el cual, de un taco, sin espacio, lo volvió a encontrar y el delantero intentó definir por debajo de las piernas del portero, la pelota se elevó, dio en el metal y se perdió.
El golpe de autoridad se debía reflejar en el marcador. A15 minutos del final en un tiro libre ejecutado por De Bruyne y empujado en contra por Militao. Lo que no pudo hacer Haaland en 180 minutos lo hizo Álvarez en un par. El argentino finalizó una jugada marca de la casa para poner el sello de un partido perfecto del Manchester City, y, quizá uno de los mejores de Guardiola como director técnico para quitarse ese el peso de las críticas y poner rumbo a Estambul, dónde buscara la anhelada orejona con los ciudadanos.