La pesadilla del Milan es real: el Inter pone un pie en la final de Champions de Estambul

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Jugadores del Inter celebran un gol ante el Milan. - Reuters.
Jugadores del Inter celebran un gol ante el Milan. – Reuters.

El duelo más esperado del año en Italia inició. Milan, actuando en condición de local en este partido de ida en las semifinales de la Champions League, tenía la responsabilidad ante su público de dar un golpe sobre la mesa ante el Inter. La ciudad entera se volcó para el arranque de una serie que seguramente será bien recordada por todos, feliz o tristemente, pero en todo caso memorable.

El comienzo del partido fue el esperado: mucha fricción en el medio que no dejaba que el juego tomara ritmo y donde el principal protagonista era Gil Manzano con su pito, intentando que el asunto no se le saliera de las manos. Lo que no se sabía era cuánto iba a durar esa dinámica y, ciertamente, fue poco.

La pesadilla Rossonera empezó en un tiro de esquina levantado por Acerbi. Dirigió la pelota hacia el área chica, donde las marcas individuales imperaban y la fuerza era clave. Allí estaba Dzeko, aparentemente bien cubierto por Calabria, pero el bosnio puso el cuerpo fuerte y le pasó la pierna izquierda por delante al defensor para celebrar al minuto 8.

La fiesta del conjunto Neroazzurro recién comenzaba. Pasaron menos de tres minutos antes de que el despliegue por banda izquierda de Dimarco diera resultado. Fue un pase al borde del área que Mkhitarian controló de buena manera y le dio tiempo para acomodar el cuerpo. El remate soberbio ante un desprotegido Maignan fue el segundo del Inter.

Por poco, el asunto se pone en goleada sobre el cuarto de hora. Un nuevo remate, esta vez de Calhanoglu, se estrelló violentamente contra el palo y puso a temblar el arco y los corazones de la mayoría presente. Dzeko no pudo resolver en el rebote y el Milan era una pandereta nerviosa que sonaba contra el suelo con cada ataque rival. En el banquillo, el cuerpo técnico miraba pantallas y papeles por doquier, intentando encontrar alguna explicación o buscando algún cambio. El elegido fue Junior Messias para remplazar a Benacer.

Lo del Rossonero en ataque era nulo y sufría con cada avance del contrario. Pasada la media hora de juego, Gil Manzano decretó penalti tras la caída de Lautaro Martínez en el área por un aparente toque de Kjaer. El VAR lo llamó para una revisión en el monitor y, alejado de la soberbia, el árbitro español corrigió su decisión y exoneró de la tarjeta amarilla al defensor.

De ahí hasta el descanso, el Milan sí logró salir del ahogo y arrimarse al tercer cuarto de cancha, pero toda intención de ingresar al área fue bien desarmada por la zaga del Inter. Para destacar, el buen trabajo que hizo el colegiado, administrando bien las tarjetas y los ánimos alterados que un partido de tanta rivalidad puede generar. Pioli iba a tener bastante trabajo para el entretiempo.

Increíblemente, no hubo cambios en el entretiempo. Lo que haya ajustado Pioli fue a los que ya estaban y sí se notó una actitud distinta. El Milan pudo sostener más tiempo la pelota y dejar a sus atacantes para el remate de media distancia o como a Junior Messias en el mano a mano inmejorable desperdiciado. Esto también abría la puerta para los contraataque del Inter y Maignan tuvo que salvar un duelo contra Dzeko.

Más adelante se sumaron Origi y Thiaw. Era el momento para que el Milan apretara el acelerador y buscara un descuento que le dejara la serie con un marcador más cómodo para la vuelta. El belga ex del Luverpool fue importante en banda izquierda y supo armarse sus espacios. En una de esas, la compartió con Tonali y el disparo al palo puso el olor de gol cercano.

La orden de Inzaghi parecía ser esperar y aguantar la ventaja el mayor tiempo posible. De cualquier forma, el ingreso de Lukaku para refrescar el ataque era una alerta para tener en cuenta y tomar precauciones. El Inter no sufrió mucho para sostener el resultado y el tiempo era una soga que ahorcaba al Rossonero. La cara de desesperación de Zlatan Ibrahimovic en la tribuna lo decía todo.

El sueco se frotaba el entrecejo, como intentando despertar de una pesadilla con letargo en la que se hundió su equipo y que ahora le pone cuesta arriba las opciones para clasificarse a la gran final de la UEFA Champions League en Estambul. Esto es fútbol y quedan 90 minutos, pero el Inter ahora tendrá la comodidad del resultado para redondear la eliminatoria ante su público.