José Mourinho está una vez más en una final de una competencia internacional al llevar a la Roma a un paso de poder conquistar la Europa League tras vencer por un solitario gol al Leverkusen en el marcador global.
Un 0-0 desabrido fue suficiente para que el equipo de la loba se colara a la final del segundo torneo más importante de Europa. El técnico portugués revivió el estilo que lo puso en el mapa del concierto internacional y no dejó ningún espacio para que el Leverkusen de Xabi Alonso pudiese empatar el marcador global.
El BayArena no peso nada y la Roma aguantó la gran cantidad de disparos de los locales para amarrarse con un catenaccio que volvió a brillar en el Viejo Continente, justo a un día de la exhibición de Guardiola, el eterno rival de Mourinho, con el Manchester City en la goleada al Real Madrid en Champions League.
Pese a que Guardiola volvió a ponerse de moda, Mourinho le es fiel al estilo con el que se convirtió en campeón de las tres competencias más importantes de Europa. Y el parado táctico fue suficiente para que la Roma aguantara el arco en ceros, sin importar que Spinazzola y Celik quedaron en la enfermería para unirse a las múltiples bajas que arras el conjunto del portugués en el final de temporada.
Leverkusen tuvo el balón por poco más del 70 por ciento del partido, más 23 remates con seis disparos complicados que acabaron con dirección a portería. Para dimensionar la hazaña de los italianos, sólo hay que poner que tuvieron un único remate en el partido, pues la tarea principal del equipo era defenderse.
Diaby puso un remate difícil para el portero de la Roma cuando el cronómetro iba en 12 minutos. Este disparo es el ejemplo claro de lo que prosiguió en el resto de los 90 minutos con remates que sacaron los de la Roma casi en la línea.
Lo curioso es que Mourinho puso un planteamiento poco habitual con dos puntas, un hecho poco común para el portugués y que dejó de estar de moda en el fútbol internacional desde hace poco más de una década. Aún así, la Roma se concentro en no jugar, ni dejar jugar a su rival.