La tercera remontada en cinco jornadas de LaLiga convierten en costumbre la falta de tensión inicial del Real Madrid y la respuesta con carácter de un líder firme, con pleno de triunfos antes de la visita al Metropolitano en el derbi, que se sobrepuso a la exhibición de calidad de Kubo con el desquite de Fran García, asistente en los dos tantos del triunfo.
Comienza a ser una mala costumbre en el Madrid conceder un tanto al rival y jugar a remolque. Sacar rédito desde la necesidad. Normalmente depara remontadas, pero siempre hay un día que el rival te hace pagar cara la falta de intensidad del inicio. Le volvió a ocurrir ante la Real Sociedad. Sobrada de confianza en sus cualidades para sacar partido de los desajustes defensivos del rival. Con Kubo como referente.
El adiós inesperado de David Silva ha impulsado aún más a Kubo y el japonés asume el liderazgo con descaro. De nuevo asomaba una pesadilla defensiva para Fran García en el Bernabéu y se desquitó siendo decisivo en ataque tras sufrir ante un futbolista rápido, habilidoso, que supo cuándo acelerar y dar pausa. Le puso temple a los cinco minutos para poner un pase preciso a la aparición, libre de marca, desde segunda línea de Barrenetxea. Ya lo había mostrado en LaLiga, pero el Real Madrid no lo tenía trabajado. Estrelló su primer remate en Kepa y el rechace lo mandó dentro de la portería.
Ese desajuste de marcas en el espacio entre Tchouaméni y Kroos con la línea defensiva, le costó caro al Madrid. Y el mal pudo ser mayor si Oyarzabal no hubiese elegido la peor ubicación, en la trayectoria del disparo de Kubo, que provocó que el gran lanzamiento del japonés acabase en gol anulado cuando el Bernabéu se preguntaba la razón por la que no viste de blanco. En esos momentos de reinado de Kubo en el partido, Brais tuvo la tercera desde la frontal antes del despertar madridista. Menos intimidatorio en pegada que en un pasado reciente pero igual de poderoso. No encontró en Rodrygo el rematador que demanda. Se topó con Remiro en la primera y perdonó de tijera la segunda cuando Carvajal, pletórico, había puesto en bandeja el gol a Joselu, el travesaño había rechazado su remate y el lateral daba un regalo de gol que el brasileño arrebataba a Bellingham. De cara para firmar el empate.
Esa finura en la definición le faltó a Rodrygo en una de esas acciones que marcan a los delanteros. Con campo para correr tras un error de Le Normand, para encarar al portero y perdonar de zurda. La buena noticia para el madridismo es que su equipo había despertado. La mala es que necesitaba más ocasiones para llegar al gol. Porque Joselu lo había vuelto a intentar y Carvajal también probaban la seguridad de Remiro. En un momento de porteros apareció Kepa para evitar la añoranza a Courtois. Abajo sacó otro disparo de Kubo y se lució ante un testarazo de Mikel Merino a pase, como no, de Kubo. Encaró a Fran, detuvo el mundo pisando el balón, se marchó en un palmo y puso otro centro medido que encontró la pasividad defensiva de la zaga de Ancelotti. Una parada de las que dan puntos y aumentan la confianza de un portero.
El paso por el vestuario volvió revitalizar a un Real Madrid que salió en tromba. No se había cumplido el primer minuto del segundo acto cuando la subida por banda de Fran García la culminó con un pase atrás que encontró el latigazo violento de Fede Valverde. El fin a una sequía sin gol desde febrero con un disparo de interior repleto de potencia que golpeó en el poste antes de besar las redes. El Madrid se levantaba desde los laterales. Con Carvajal apareciendo en todo, sobrado de físico, y Fran García decisivo. Cuando se avecinaba arreón blanco, lo frenó la Real adueñándose del balón. Con Zubimendi metiendo cloroformo, preciso en el pase, pero su equipo perdiendo el colmillo mostrado en sus momentos de superioridad.
Y en el Bernabéu nunca se sabe lo que es mejor. Si resistir con líneas juntas en tu terreno, eliminando espacios, o hacerse con la posesión encerrando al Madrid. Porque un contragolpe o una carrera como la de Fran García a la hora de partido, lo cambia todo cuando aparece un buen centro y un testarazo impecable como el de Joselu. Su segundo gol consecutivo de blanco en la reivindicación de la figura del 9. El duelo estaba sentenciado. A la Real Sociedad, a puertas de su deseado regreso a Europa, no le quedaban argumentos ofensivos, con Oyarzabal perdonando un despeje de puños de Kepa desde la frontal y sin sacar partido de los cambios de Imanol Alguacil. Y el líder, feliz con su botín, le sirvió el día que se cortó la racha goleadora de Bellingham porque a su cabezazo en el último suspiro, le respondió Remiro con una gran intervención.