* La firma de Nicolás Flórez Parra
Lo bueno de una sección como esta es que el material curioso que da el deporte sudamericano —en especial el colombiano— es de no acabar. Lo lamentable es tener que reportar hechos repudiables e indignantes como el que sucedió el pasado jueves en el Estadio Nemesio Camacho El Campín de Bogotá en medio de un partido de fútbol.
Copa Sudamericana, quinta jornada de la fase de grupos, encuentro entre Independiente Santa Fe y Universitario de Deportes de Perú. Un tenso ambiente a las afueras del estadio en las horas previas al pitazo inicial fueron lo primero a rechazar. Desadaptados con camisetas del conjunto Cardenal agredieron a aficionados del equipo visitante. Algún video de un ataque con piedras a un autobús dio cuenta de una situación bochornosa.
El acto enfermizo de Marlon Torres
El partido fue, a su modo, por el mismo camino. Mucho choque e interrupciones en un duelo que puso a prueba al árbitro chileno Felipe González y al VAR uruguayo Mathías de Armas. De hecho, cuando transcurría el minuto 12, no les tembló el pulso para expulsar a Nelson Cabanillas por una patada contra el rostro de Wilfrido De La Rosa.
Solamente pasaron cinco minutos para que llegara una de las acciones más antideportivas —que bien podría calificarse como delictiva— de los últimos tiempos y en la que ya los jueces no actuaron con la misma dureza. Una disputa entre el defensor de Santa Fe Marlon Torres y el atacante Alex Valera llevó a que el jugador peruano fuera al suelo acusando un contacto en el rostro.
Al zaguero no se le ocurrió otra forma de intentar levantar al adversario más que ir y meter uno de sus dedos de la mano derecha en el ano de Valera. Así de cruda fue la situación. En lo que tiene que ver con el partido en sí, lo inaudito de todo el asunto es que el sistema VAR no sirvió para un carajo. Los jugadores de Universitario le protestaron a González y le pidieron que se apoyara en alguna revisión en video, pero Santa Fe pudo seguir con 11 en el campo cuando era una clara tarjeta roja. Ya después se entrará a hablar de las sanciones de oficio pertinentes, pero el equipo peruano jugó con uno menos cuando el encuentro aún estaba sin goles. Por fortuna, la prueba repudiable fue transmitida por televisión y difundida en redes sociales para su condena:
Conmebol tiene que poner el máximo castigo
Como era de esperarse, ya se informa en medios peruanos de un pedido formal que Universitario de Deportes hace a la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) para castigar a Marlon Torres por su asqueroso acto y sancionar al árbitro central y al VAR por su nula intervención. No es para menos y, desde este espacio, se le envía ánimo a Alex Valera por la vejación que sufrió.
Ya existe un antecedente bien conocido sobre una situación similar. Fue en los cuartos de final la Copa América de 2015 cuando el chileno Gonzalo Jara también introdujo sus dedos en el trasero del uruguayo Édinson Cavani. La sanción en esa oportunidad fue de solamente tres jornadas para un hecho que, ciertamente, se ve poco en el fútbol.
Hay muchos asuntos en el mundo del balompié en los que los clubes están comprometidos a tratar dentro de las instancias deportivas y evitar a toda costa la intervención de la justicia ordinaria. Como ejemplo, valdría la pena hacer memoria de cómo no se tuvieron en cuenta las pruebas presentadas en contra de la Federación Ecuatoriana por la indebida inscripción de Byron Castillo y que hubiesen derivado en la descalificación de su seleccionado del Mundial de Qatar 2022.
Lo que ha sucedido en El Campín evidentemente da para una denuncia por acoso sexual y que sea un juez el que determine responsabilidades, pero lo más probable es que no suceda. En ese orden ideas es la Comisión Disciplinaria de Conmebol la que está más que comprometida a imponer un castigo ejemplar. Una suspensión larga, el mínimo acto de disculpa y la condición de asistir a terapias con un psicólogo especializado en asuntos de agresión sexual como condición para regresar a un campo marcarían un precedente.
De otros lados, Dimayor y la Federación Colombiana de Fútbol deberían también hacerse sentir. ¿Qué mejor situación para mostrar los valores institucionales que repudiar un hecho en el que un jugador nacional no es el agredido sino el agresor? Finalmente, Independiente Santa Fe también debería abrir un procedimiento interno contra su futbolista. Hasta ahora, todo es silencio por parte de las instituciones del fútbol y otra vergüenza se anexa al libro.
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