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En un partido vibrante, Junior le ganó 2-1 al Cúcuta en Barranquilla. Resultado que forzó a la definición desde el punto blanco del tiro penal. Ezequiel Mastrolia le atajó los disparos a Vladimir Hernández y Pablo Rojas; sumado a que sus compañeros acertaron y por eso tienen el tiquete listo para los cuartos de final de la competición. Un duro golpe, un ‘Bolillazo’ para el Tiburón que sigue sin levantar cabeza.
Cúcuta deja en la lona al Bolillo
Ya le había ganado en casa por 4-3, en Baranquilla se le escapó el empate en los últimos minutos por una jugada polémica, pero en los penales sacó la diferencia gracias a las atajadas del argentinos Ezequiel Mastrolia y la puntería de sus compañeros que cobraron de excelente manera. Todo el Metropolitano chifló al equipo pero más a Hernán Darío Gómez que se le siguen acabando los créditos. Esta vez el golpe se los dio una escuadra que juega en la segunda división.
Un Motilón completo y bien trabajado
Perdió en los 90 minutos, pero por lo hecho en casa pudo definir desde el punto blanco donde su arquero fue figura. Sin embargo, se ve equipo ordenado, sólido y que tiene gol. Supo sufrir en Barranquilla y a pesar de la injusticia que vivió al final del cotejo, se levantó y se portó de la mejor manera en los penales. Justo ganador ante cuadro que sigue en cuidados intensivos.
Una polémica le dio vida al Junior
El árbitro Héctor Rivera le dio un penal al Junior cuando caía el telón del encuentro. Una mano poco clara que sólo vio él y que nació de un cobro de tiro de esquina -claro- que no le dio al Cúcuta. ‘Cariaco’ González lo convirtió en gol, ganó el cotejo y lo alargó a lo penales. Muchos jugadores del cuadro Motilón vieron la amarilla. Al no haber VAR, dio para la discusión.
Junior no muestra mejoría
Si bien el equipo ganó y consiguió que la serie se definiera desde el punto blanco. Se ve confuso dentro del campo, muchos jugadores están fuera de su nivel y eso termina viéndose en el terreno. Llegan como mucho desorden, sin claridad y por eso los goles no llegan. Atrás sufren mucho y Mele no ha podido mostrar la seguridad que se le vio en el pasado. De a poco se ve el trabajo, pero la paciencia se acaba.