* La firma de Nicolás Flórez Parra
Si me pidieran crear una sección para un magacín deportivo que saliera, como esta columna, los lunes, no lo dudaría mucho. Trataría sobre las actuaciones desastrosas de los árbitros y se llamaría ‘VÁRbaros’, así, con uve. Material hay de sobra. El lío radica en el tiempo disponible para presentar los casos y que resulte algo didáctico, porque criticar por criticar no vale.
Decir hoy que un partido de fútbol se juega entre dos partes resulta engañoso. Realmente, están los dos equipos en contienda y el grupo arbitral. Antes se condenaba solamente al juez central, pero la incursión del sistema VAR (ojo, refiriéndonos al método tecnológico completo y no solamente al árbitro encargado de la sala VOR) ahora deja a mucha gente con una mala imagen.
Es cierto que el árbitro central y sus asistentes en el campo conviven con el error. De ahí salió la inspiración para que Gianni Infantino, presidente de FIFA, impulsara la intervención de la tecnología como medio para hacer justicia. Pero ni así. Sería una mentira decir que el VAR no ha servido, pero se dan situaciones que son de tanto sentido común, que llevan a pensar que hay intención de equivocarse en las decisiones. Sí, eso ha pasado y sigue pasando en el fútbol: hay árbitros empeñados en equivocarse.
Esta semana, se presentó algo inaudito en la Copa Libertadores. El partido entre Athlético Paranaense y Bolívar dejó una joya imperdible. Una acción completamente lícita que termina con el balón en el fondo de la red y el malvado personaje que está el VOR se imagina un contacto de un atacante hacia un defensor. Se llama Francisco Gilabert y es chileno. Como él no puede decidir, a diferencia de las controversias por fuera de juego, por ejemplo, aquí debe llamar al colegiado principal para que mire el monitor.
Pues el peruano Kevin Ortega va a revisar. Era un hecho que iba a ser gol, porque no había ninguna infracción. Y es que parecía una orquesta dispuesta a desafinar, porque no había manera de equivocarse de buena fe ahí. Los intereses, si existen o no, ya son una materia a analizar por las autoridades competentes. ¿Alguien sabe cuánto pagaban las casas de apuestas por un resultado favorable para el equipo boliviano en Brasil? Raro, raro…
Para no dejar la historia inconclusa, las fuerzas del universo se movieron para que Bolívar avanzara a cuartos de final, pero tuvo que ir la definición por penaltis. De cualquier forma, es un asunto muy delicado y muchas veces ni siquiera es culpa de los mismos árbitros. Las débiles estructuras de las comisiones arbitrales de cada país, que al final es de donde se alimenta Conmebol para nombrar a sus jueces, llevan a que el nivel de justicia impartida sea bajísimo. La falta de instrucción y sanciones ejemplares han llevado a que los jueces sean paparotes maleables.