A Medellín le tocó conformarse con la otra mitad de la gloria. A pesar de haber llegado al Beira-Río como líder, al final el ‘Poderoso’ salió con más miedo que ímpetu, más nervios que tranquilidad y esto le terminó afectando por completo, puesto que tan solo en media hora el Inter de Porto Alegre lo sepultó. Muchos puntos bajos en el equipo antioqueño, y el más ‘rebelde’ salió por decisión técnica. Inentendible, pero así son los entrenadores.
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El uno por uno del DIM
- Mosquera Marmolejo: Dicen que arquero seguro, equipo firme. Pero la primera media hora de juego fue una completa pesadilla para el DIM. De pies a cabeza. Aunque poco pudo hacer en el 1-0, el segundo tanto del Inter fue todo del ‘1’ antioqueño, que hasta se dio el lujo de ver a Luiz Adriano inflar la red con el pecho.
- Jordy Monroy: Le tocó bailar con una de las piezas más complicadas del cotejo, Wanderson. El lateral no pesó en el ataque, y en defensa perdió casi todos sus duelos.
- Andrés Cadavid: Acostumbrado a ser de hierro, el capitán hoy fue toda una gelatina, cometiendo errores infantiles los cuales aprovechó bien Inter para adornar el marcador.
- Jhon Palacios: Nunca pudo descifrar a Luiz Adriano. La salida del ‘9’ le trajo mucha más calma.
- Daniel Londoño: Otra apuesta fallida de Sebastián Botero. Poca relevancia a la hora de cruzar la banda, y muy ingenuo en la marca.
- Jaime Alvarado: De sus pies nació el 1-0. Una mala entrega la supo aprovechar Inter y a partir de ahí el partido tomó otro rumbo.
- Daniel Torres: Aunque intentó poner orden en el medio, la agresiva presión del local no lo hizo ver cómodo en ningún pasaje del encuentro.
- Edwuin Cetré: Lo mejor del DIM hasta que salió. Esas decisiones que a veces uno no entiende, salvo los entrenadores. Tenía mal a Rene y de sus botas llegó el descuento de Pons.
- Miguel Ángel Monsalve: Poca chispa. Un remate que no generó peligro y más nada.
- Jorge Cabezas: Sacrificado al ver que se le venía la avalancha al DIM. Solo estuvo en cancha media hora.
- Luciano Pons: Solo contra el mundo. No tuvo compañía y una golondrina no hace verano. Por fortuna, su olfato goleador sigue intacto.