Algo tarde, pero la directiva de Santa Fe tomó la decisión que parecía inminente hace algunas semanas; y por fin se dio la salida de Hárold Rivera, un entrenador que desde el primer día de su segundo ciclo tuvo la resistencia de la afición por el mal recuerdo del cierre de su primer paso por el club debido al papelón internacional contra River Plate en 2021 y la final perdida ante América de Cali en 2020.
Era la ‘crónica de una muerte anunciada’ por un pálido inicio de campeonato que calentó los ánimos en una afición cansada de vivir tantos problemas; y que veía una nómina sobresaliente mal administrada por un DT que se quedó corto a las responsabilidades del equipo tanto en el pasado como ahora.
La clasificación a Copa Sudamericana y algunos partidos destacados en Liga alargaron la agonía del DT que fue perdiendo revulsivos y, sobre todo, ya no contaba con la misma enjundia y empatía del plantel de jugadores pese a que celebraban los goles con él, y ante las cámaras hacían ver que todo marchaba de la mejor manera. Incluso su hijo (volante titular del equipo )aparecía en redes sociales peleando con los hinchas que cuestionaban el trabajo de su padre.
Antes del clásico bogotano de la fecha 10 que perdió Santa Fe, algunos rumores se escuchaban de supuestas diferencias entre los jugadores y el entrenador. Aquel partido con Millonarios fue un desastre y quien ‘pagó las culpas’ fue José Silva por sus dos groseros errores que le costaron el hecho de no volver a atajar, algo que sin duda generó molestia en el portero hacia el DT y algunos compañeros que lo recriminaron.
La última semana del ‘calvario’
Aparecieron algunos resultados positivos sin convencer mucho en el juego, y de nuevo surgieron los rumores que se filtraban desde el propio equipo. Santa Fe cayó hace tres semanas visitando a Águilas en una lamentable presentación general; y a partir de ahí se empezó a hablar de una fuerte división de camerino e inconformidades con Rivera. Pero Santa Fe venció a Tolima el 29 de abril en Bogotá y aparecía la esperanza de cara al duelo en Lima contra Universitario.
No, obstante, ese cotejo fue el derrotero. Con más rumores en el ambiente y 2 mil hinchas que se desplazaron hasta Perú, el equipo capitalino tuvo una espantosa presentación internacional (4 de mayo) y fue ampliamente superado, lo cual colmó la paciencia de la afición y de la propia institución que optaba por no apresurarse y darle un último chance a Rivera teniendo como argumento el calendario apretado.
Dos rivales de peso sentenciaron a Rivera
El clásico del pasado domingo (7 de mayo) ante Millonarios se dio en el marco de una ‘fake news’ sobre la salida de Rivera y más rumores de un plantel supuestamente cansado del entrenador. Fue otra dolorosa derrota pese al esfuerzo del equipo en el segundo tiempo y, aunque Eduardo Méndez prefiera proteger al timonel en sus declaraciones, ya todo estaba consumado.
El partido de este jueves ante Nacional era el ultimátum para Rivera y así lo vivieron desde el banquillo técnico hasta los jugadores. De nuevo con una formación equivocada en el mediocampo dejando a Iván Rojas (extrañamente suplente) en el banquillo e insistiendo con un Juan Daniel Roa que no es ni la sombra de lo que fue, así lo quisieran fortalecer con un inmerecido brazalete de capitán.
Una despedida inexplicable, muy de Hárold Rivera
Santa Fe lo intentó ante Nacional, pecó en la definición y el partido se fue saliendo de las manos con el marcador en contra y la tabla de posiciones ardiendo. El plantel bajó los brazos en el segundo tiempo y la suerte de Hárold Rivera estaba sentenciada, no sin antes hacer su último esperpento: meter a Iván Rojas en el inicio del segundo tiempo y sacarlo a pocos minutos del final ante la impotencia de la afición que se descargó en insultos hacia él y el presidente, ante las malas maneras del entrenador dejando en evidencia a uno de los jugadores más regulares del equipo.
El final del partido provocó que pusieran la manga en occidental para que Rivera saliera del campo de juego sin ser agredido, ningún jugador se le acercó tras el pitazo final como suele darse habitualmente, habló dos palabras con su asistente técnico y se fue. Luego acudió al camerino para darle una tenue despedida a sus jugadores y quien llegó a la rueda de prensa fue el presidente Eduardo Méndez para confirmar la despedida de un entrenador que nunca debió volver, que se va sin dejar ningún proceso con un plantel de reconocida calidad y que al final perdió el respaldo de sus futbolistas.