Esta final entre Millonarios y Atlético Nacional es la más importante en la historia del fútbol colombiano. al ser un evento tan importante, los condimentos emocionales que convergen alrededor de la fiesta del fútbol son muchos. Uno de esos, lastimosamente, es triste y tiene que ver con una mancha del balompié y de la historia de Colombia.
El árbitro central del partido de ida en Medellín será Carlos Ortega. Es sobrino de Álvaro Ortega, colegiado que fue asesinado por el Cartel de Medellín en 1989, cuando la guerra entre las bandas del narcotráfico azotaban a la población y sembraban el terror, haciéndole una mala fama a Colombia, que, incluso, persiste hasta la actualidad.
La tragedia
Fue el 15 de noviembre de ese año cuando las balas acabaron con la vida del juez, que ese mismo día había oficiado como asistente en un partido entre Independiente Medellín y América de Cali que terminó sin goles. Era esa la razón de su presencia en la capital antioqueña, pero su sentencia a manos de la organización criminal se había dictado tres semanas atrás. Había sido el central de ese mismo partido, pero con el Escarlata oficiando como local y que ganó 3-2.
La historia cuenta que Pablo Escobar, cabecilla del Cartel de Medellín, enfureció porque en ese duelo el árbitro anuló una jugada de gol que hubiese significado el empate para el Poderoso. Así que ordenó matarlo en la venidera visita a Medellín. Esto provocó la cancelación del torneo, dejando el título de campeón desierto. Para ese entonces, su sobrino Carlos Ortega no había cumplido ni cinco meses de nacido.
Seguir adelante
Después de una tragedia como esa, lo lógico sería pensar que la familia evitará a toda costa seguir ligada a la actividad que le costó la vida a uno de sus miembros. Sin embargo, influenciado también por ejemplo arbitral de su padre, Carlos Ortega decidió coger el silbato y las tarjetas.
“Decidí serlo para homenajear la memoria de mi tío. Nunca me dio miedo por lo que le ocurrió y mis padres tampoco lo vieron de esa manera. Ellos estuvieron de acuerdo en que me convirtiera en lo que soy”, le comentó en una entrevista a El Heraldo.
La escarapela FIFA que hoy luce en el pecho le ha hecho acreedor de designaciones contantes en partido de alto nivel en Colombia y ganarse el llamado de Conmebol para los torneos internacionales. Lo de pitar finales no es una novedad para él. De hecho, arbitró aquella del 2021-II en la que Millonarios cayó ante Deportes Tolima en El Campín y que acabó con la graciosa imagen del portero Álvaro Montero alzándolo cuando atajaba para el cuadro Pijao.
Ahora le llega la oportunidad del juego de ida en esta final histórica, en la que seguramente hay muchos elementos que le hacen recordar el lamentable suceso de su tío. Un buen arbitraje sería el mejor homenaje para evocar la memoria de Álvaro Ortega y seguir creciendo en la actividad que por vocación y herencia hoy lo tiene como uno de los mejores de Colombia.