Desde el 3er mundo: sin vacaciones, ¿a qué costo?

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Diseño de un coctel y una pelota en la playa. – IA de Picfinder.ai.
Diseño de un coctel y una pelota en la playa. – IA de Picfinder.ai.

* La firma de Nicolás Flórez Parra

Me tomaré unas pocas líneas para agradecer. Sí, quiero reconocer que somos más los que estamos en el lado correcto de nuestro oficio. Lectores y colegas periodistas hicieron sentir su apoyo a la columna del lunes anterior, titulada “Desde el 3er mundo: hay un ladronzuelo entre nosotros“. No pensé que fuese a tener el impacto que tuvo y mi sorpresa ratifica que se trataba de un tema que muchos teníamos atravesado desde hace tiempo. A aquellos que tienen sus motivos para guardar silencio por ahora, los comprendo perfectamente y sé que llegará el momento para que ustedes también se pronuncien. En todo caso, gracias.

Ahora sí, entrar en materia. Durante el entretiempo del partido entre Millonarios y Deportivo Pereira del sábado pasado, escuché a un hincha decir algo que me quedó sonando en la cabeza. —A Mackalister Silva se le notan las vacaciones, pero Daniel Cataño sigue de vacaciones —mencionó, reflexionando sobre un pálido primer tiempo en El Campín de Bogotá.

Inicialmente, me provocó una sonrisa y hasta llegué a estar de acuerdo por lo errática que estaba siendo la conexión entre el medio y el ataque. Ya finalizado con el 0-0 en el marcador, me puse a pensar qué pasó con el Millonarios que movió tan bien la pelota el semestre pasado. Y es que, claro, eso fue hace apenas un mes. —”¿Cuáles vacaciones?” —me dije.

Ya en una entrada anterior habíamos advertido lo mal diseñado que está el campeonato colombiano y que todavía nos damos el lujo de pedirle a ciertos equipos que sean constantes en su dominio local y que representen con altura al país en los torneos internacionales. Es una tarea improbable y hasta injusta. El actual campeón no ha parado. Fue levantar el trofeo y ya tenía que ir a Estados Unidos para revalidar el triunfo ante Atlético Nacional. En medio, quedó eliminado de la Copa Sudamericana.

Y no parará, pues ahora Millonarios vuelve a viajar a Chicago para medirse al Crystal Palace y en otros pocos días se va a España para cumplir cita contra el Real Zaragoza. No es que esté mal organizar todos estos partidos amistosos. Al fin y al cabo, esa ha sido la historia de este equipo; ser precisamente embajador del fútbol colombiano en duelos contra equipos europeos y haber sido reconocido como el mejor del planeta en algún punto ya lejano.

Que Millonarios no esté rindiendo igual es comprensible, pero no es lo realmente preocupante si se pone junto al pobre nivel que arrastra el balompié nacional. Ojo, que esto no cobija a todos. Los clubes que clasificaron a la fase semifinal del primer semestre tienen excusa, pero otros —como Junior, por ejemplo —tienen que estar muertos de la vergüenza. Proyectos con cierto proceso y que no muestran progreso, aun teniendo tiempo de descanso deberán ponerse en tela de juicio.

Ilusión causan las recientes revelaciones de Fernando Jaramillo, presidente de Dimayor, sobre la discusión que avanza para el cambio de formato de la liga colombiana. No es que sea solamente una buena idea, sino que es necesario y urgente. Los dirigentes se habían tardado en ponerlo sobre la mesa y ya les cogió la noche para una medida que deje de plantear que la gran cantidad de partidos embutidos en un cortísimo calendario es lo mejor porque recoge dinero de las taquillas y por derechos de televisión. Sin nivel ni descanso no hay mucho.

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