Esta vez, todo dependía de Millonarios. El buen rendimiento en estos cuadrangulares llevaron al Embajador a tener el cupo a la final a un punto de distancia en la fecha 5. Tunja, a reventar de aficionados albiazules, apoyaba por una victoria o un empate ante Boyacá Chicó, que era local por plaza. Alberto Gamero pudo disponer de Álvaro Montero y Óscar Cortés antes de su viaje a España para unirse a la convocatoria de la Selección Colombia, pero sufrió las ausencias de Mackalister Silva y Andrés Llinás.
Dos encuentros muy recientes ante el Ajedrezado daban cuenta de un equipo que sabe complicar. Leonardo Castro regresó también al la titular tras superar alguna dolencia que lo relegó del duelo de Copa Sudamericana ante América Mineiro en Brasil. Todo era ilusión por otra final, objetivo que le ha sido esquivo a Millonarios desde que perdió el último partido contra Deportes Tolima en 2021.
1. Una buena costumbre
Fiel a su estilo, Millonarios salió a proponer. El arma principal se dio a través de pases estirados para los extremos. Óscar Cortés y Beckham Castro ponían el peligro a espaldas de los defensores y la visión de Daniel Cataño fue un importante punto de partida.
La ilusión, no obstante, se encendió por un momento en la pelota quieta. Una pelota lanzada desde el tiro de esquina rozó la cabeza de Juan Pablo Vargas e impactó en la mano de Wilmar Cruz. El árbitro, Carlos Ortega, estaba cerca a la jugada y sancionó penalti. El VAR lo llamó a revisión en el monitor y echó para atrás su decisión.
Chicó, aguantando en el fondo e intentando transiciones rápidas, no encontró espacios en el área y tuvo que conformarse con disparos de media distancia que no tuvieron destino a puerta. A diferencia de otras ocasiones, Romir Balanta no hizo despliegue por bandas, sino que jugó más como interior y gestor de pelotas para los hombres en ofensiva.
2. Un protagonista inesperado
Era un correcto partido del Boyacá Chicó, pero el empate no le servía para nada. Contrario a esperar a que el Ajedrezado saliera a buscar en el segundo tiempo, Millonarios siguió firme con sus convicciones de atacar y procurar un gol. Las defensas habían sido firmes y la ya mencionada pelota quieta iba a destrabar el asunto. Lo que nadie esperaba era cierto autor del gol.
Un tiro de esquina permitió que la pelota quedara cerca al área y que las fuerzas defensivas que había subido a pescar permanecieran expectantes. Elvis Perlaza, que ha tenido un semestre espectacular, lanzó un centro exacto y el que se levantó para impactar con un testarazo imparable fue Álex Moreno Paz al minuto 51. El joven zaguero que remplazó a Llinás celebró su primer gol como profesional.
3. Fabricas tu suerte
Todo era una fiesta en La Independencia de Tunja. Los aficionados de Millonarios ya celebraban lo que parecía una inminente clasificación a la final. Ya se sabía que Boyacá Chicó es un equipo que juega bien y no baja los brazos jamás. La suerte hizo de las suyas en una jugada muy extraña en la que Larry Vásquez iba a rechazar y Wílmar Cruz se iba tropezando. Sin quererlo, en un movimiento para estabilizarse, el atacante Ajedrezado puso el pie en la zona inferior de la pelota y esta se fue hacia la red venciendo a Montero para el empate al 64′.
Las pesadillas de todos los intentos fallidos de dos años sin llegar a la final reaparecieron solamente tres minutos después. Un centro desde la izquierda tomó dirección al área chica y Montero manoteó para dejarla en la media luna. Ángelo Peña sacó un misil que por poco tumba el arco y clavó el 2-1 para desgracia de la mayoría presente.
Los nervios y el desespero por cumplir el sueño a tanta gente que viajó para apoyarlos llevaron a los jugadores de Millonarios a cometer muchos errores en la entrega de la pelota y a dejar espacios en el fondo que Boyacá Chicó no supo concretar. Stiven Vega, como viene sucediendo últimamente, entró muy mal en el partido y Daniel Cataño pareció perder los papeles de ruta.
Millonarios pierde su primera oportunidad de clasificar a la final y sigue en la misma situación de conseguir un punto. Se trata de una situación límite donde, otra vez, el mayor rival del Embajador parece ser su propia cabeza. Tendrá que meditar y hacer las cosas bien contra Independiente Medellín en El Campín de Bogotá para no sufrir otra desgracia.