Para nadie es un secreto la relación que tuvo el Fútbol Profesional Colombiano con el narcotráfico a finales de los años 80. Los capos del cartel de Cali, encabezados por los hermanos Rodríguez Orejuela, así como los de Medellín, encabezado por Pablo Escobar, tuvieron una fuerte influencia en este deporte que dejó una serie de personas amenazadas y asesinadas, como en su momento sucedió con los exárbitros Lorenzo López y Álvaro Ortega, respectivamente.
Ortega fue asesinado el 15 de noviembre del 1989, mientras que López recibió una serie de amenazas de muerte que lo obligaron a salir del país hace 32 años rumbo a los Estados Unidos. Sin embargo, ahora que han pasado más de tres décadas, López decidió sacar a la luz cómo era que estos carteles los contactaban para que beneficiaran a sus equipos, así como la persecución que sufrió por el hoy presidente de la Difútbol, Álvaro González Alzate.
Encuentro con los carteles de Cali y Medellín
En conversación con el también exábitro internacional Wílmer Barahona en el canal de YouTube Arbitraje de frente, López, quien fue suspendido suspendido de por vida del arbitraje por corrupción, tras una investigación en la Federación Colombiana de Fútbol, contó cómo le hicieron llegar un mensaje de parte de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
“Yo fui a pitar un partido entre Pereira y Quindío y cuando estaba en el camerino, un recogebolas me avisó que querían hablar conmigo. Llegó un tipo, como decíamos, embambado, lleno de cadenas. Me dijo que los señores de Cali querían hablar conmigo, que había que ayudar al Pereira ese día. Yo le respondí que no me mandara razones de nadie”, contó López.
Esta respuesta sin duda no cayó nada bien y, tras su negación y de haber sido contactado por alguien de la Dimayor, quien le hizo entender que de no acceder a esta reunión, no volvería a pitar: “En Cali me recogió Luis Eduardo Covaleda, otro árbitro, y me llevó a hablar con Miguel Rodríguez. Recuerdo que estaban Juan José Bellini y Sergio Santín. Él me dijo que no me había mandado ninguna razón y que yo por qué no había querido pitarle al América. Yo le dije que nunca me habían nombrado porque sabían mi posición sobre eso”, aseguró.
Al final, López terminaría aceptando ser el juez central de un encuentro entre América y el Sporting de Barranquilla, algo que llevaría a que desde el cartel de Medellín, también decidieran buscarlo para que tuviera una reunión con Pablo Escobar, hincha aférrimo de Atlético Nacional.
“Viajé a pitar un partido entre Medellín y Bucaramanga y cuando me subo al taxi, se me sientan dos personas, a lado y lado. Me llevaron como a una montaña y ahí conocí a Pablo Escobar. Ahí me pregunta por qué yo no quiero trabajar con los de Cali. Yo le respondí que no trabajo con nadie. Él me dice que no quiere que yo me tuerza como se le han torcido otros y que les colaborara, que los árbitros estaban pitando mucho en contra de Nacional. Yo le dije que no le colaboraba y Escobar se dio la vuelta y se fue”, dijo.
Su vida, en peligro
Luego de haber tenido esta reunión con Escobar, López temió por su vida, pues entendía lo que significaba negarse a la petición de este tipo de delincuentes: “Los señores que me recogieron empezaron a tratarme mal, me taparon la cabeza y me subieron a un carro. Pensé que me iban a botar por el camino. Me dijeron que nadie se podía enterar de que el ‘patrón’ había hablado conmigo o que acababan con mi familia. Me dejaron a dos cuadras del hotel. Yo me metí a la ducha y empecé a llorar. Yo pensé en renunciar al arbitraje”, reveló.
Asimismo, López tiene muy presente en su memoria aquella amenaza que recibió el 2 noviembre de 1988, cuando se disponía a impartir justicia en un duelo entre Quindío y Junior, en Armenia, y en el que reemplazó a Armando Pérez, árbitro que había sido designado para este compromiso pero a quien acababan de secuestrar.
“El comisario de campo me contó que habían hecho una llamada a la Gobernación. Que si yo pitaba mal y perdía el Quindío, yo no salía vivo de Armenia. Yo le dije que no tenía miedo, que venía a pitar a nombre de Armando Pérez y que iba a tratar de no equivocarme”.
Y agregó: “Unos días atrás, otro árbitro, Luis Fernando Gil, había pitado siete, ocho minutos de más, en un Quindío – Santa Fe, que empató en ese alargue y se armó un problema. Yo ese día fui la figura del partido, pero me rompieron la cabeza de un monedazo. Gustavo Moreno Jaramillo me sacó del estadio ese día en su carro”.
Asesinato del árbitro Álvaro Ortega y más amenazas
Una de las muertes que quizás más afectó a López fue la de su colega Álvaro Ortega el 15 de noviembre de 1989 en Medellín, la cual llevó a la cancelación de aquel campeonato, y sobre la que contó: “La Dimayor nos dio pasajes para asistir al velorio de Álvaro. Cuando estábamos allá, Jesús Díaz, que estuvo con Ortega en el momento de su muerte, me tomó del brazo y me sacó aparte. Me dijo que me tenía una razón: ‘dígale a ese hijue**** de López que el próximo es él’”.
López continuó con su relato y reveló un segundo encuentro con los hermanos Rodríguez Orejuela previo a un partido entre el Deportivo Cali y el Qundío: “Yo iba en el avión y de pronto pasó una mujer muy hermosa, que me preguntó si se podía sentar a mi lado. Me preguntó qué hacía yo y luego, se ofreció a llevarme al hotel”.
Sin embargo, los planes eran otros: “Nos montamos en un Mazda 323 y cuando íbamos ahí, veo que toma hacia otra parte, hacia Ciudad Jardín. Me dice que tiene que llevar un paquete. Cuando llegamos a una casa y abren el garaje, veo unos hombres armados. Ahí estaban Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, este último quería conocerme porque yo me le había plantado a Pablo Escobar”, contó López.
Persecución de González Alzate
Por otro lado, respecto a su salida del arbitraje colombiano, López dejó claro que para ese entonces, González Alzate, quien sabía sobre los autores intelectuales de la muerte de Ortega, inició una investigación por corrupción en su contra para sacarlo por completo del arbitraje. No obstante, López dejó claro que esto era más por temas personales.
“Yo tenía mi esposa y tres hijos, pero también una relación con una muchacha que trabajaba en la Federación a la que Miguel Rodríguez quería mucho. Habíamos tenido un hijo y decían que yo no respondía por él. Entonces, Rodríguez encomendó a ‘Carroloco’ (González Alzate) para sacarme del arbitraje”.
Así mismo, López reveló que se enteró por parte de otros de sus colegas, Jorge Villamizar, que Alzate estaba obstinado en sacarlo y que, inclusive, en una reunión en la que le pidieron no asistir, este insistió en su salida.
Al final, López no tuvo de otra que salir del país tras una serie de amenazas que recibió y por lo que hoy en día se encuentra viviendo en los Estados Unidos. Al exábitro tan solo le dieron un mes para salir del país y este no dudó en tomar la decisión adecuada para no terminar como Ortega, metido en un cajón.
“La Federación redactó una carta para que yo me pudiera venir para Estados Unidos. Me daban tres opciones: seguir pitando en Venezuela, irme a México, donde el político con el que yo trabajaba en el Senado, Julio César Sánchez, fue nombrado embajador, o irme a Estados Unidos. Las dos primeras no se pudieron hacer”, detalló López.