El fútbol, en ocasiones, se convierte en una lotería. No cabe lógica ni argumentación suficiente para explicar cómo el deportivo Pereira pudo perder en este arranque de semana contra el Cali. Las opciones de gol fueron claras para pensar en una goleada del cuadro risaraldense y todo terminó al revés. El Azucarero ha arrancado con ánimo el semestre de la salvación.
Nervios de flan
Solamente iban 10 segundos desde que el juez dio el pitazo inicial y el Cali ya pasaba el susto de su vida. Un error de Johan Wallens regaló la pelota en la salida y Kéner Valencia perdió en el mano a mano. El portero fue protagonista también en un duelo en solitario contra Ángelo Rodríguez, pero el cuadro Azucarero era un verdadero manojo de nervios.
El mismo delantero del Pereira tuvo dos más en las que la puntería no se puso a la orden del día y Juan Pablo Zuluaga perdió una increíble en frente del arco. El Matecaña jugaba a su antojo, con pases punzantes al espacio en los que la espalda de la zaga visitante era objetivo fácil. Todo pintaba para goleada.
El Cali debería cambiar el uniforme titular
Lo que ya se estaba viendo en el Hernán Ramírez Villegas era un milagro. El partido ya tendría que haber ido, mínimo, con una ventaja de dos goles a favor del local, pero el fútbol estaba dando misteriosas señales de lo caprichoso y burlón que es con el tema de los pronósticos.
El que no los hace… sí, esa frase nunca tuvo más sentido que este partido. El Pereira desperdició e iba a padecer. Ya Jefferson Díaz había avisado con un cabezazo y los nervios parecieron cambiarse de barco. El Pereira empezó a cometer errores infantiles en la salida y una de esas iba a marcar la gran sorpresa de la noche risaraldense.
Gustavo Ramírez tomó la pelota para armar un jugadón individual espectacular y dejar desparramados a los defensores. La cedió a tiempo para que el joven Jhon Cabal definiera en frente de Aldair Quintana al minuto 34. La tribuna norte, colmada por hinchas verdiblancos, fue testigo de primera fila del inaudito festejo. No hay análisis que resista esto y por ende queda una sola explicación: el Cali tiene que seguir jugando de azul para tener a la suerte de su lado y evitar el descenso. A lo mejor, ese color mete miedo por el actual campeón del fútbol colombiano… o quién sabe qué.
Sin ideas ni pólvora
Con la ventaja, el Cali retrocedió, pero tampoco fue que se arrinconara en el área. Supo replegarse para reducir los espacios en el último cuarto de cancha. Así fue como el Pereira se vio obligado a tirar pelotazos inútiles a cualquier parte. Las ideas eran ausentes y el remate de media distancia no fue un recurso a utilizar.
En medio del dominio de la pelota del Matecaña se consumía el primer tiempo e iba a caer el otro corro de agua helada. Un solo contraataque hizo falta para que Gustavo Ramírez se inscribiera como figura del compromiso. Definió bien en el reto contra Quintana al 81′ y el nombre del paraguayo se escuchaba a kilómetros. Su actuación de este lunes vale oro para el objetivo de salvar la categoría en un panorama institucional tan complicado como el del Deportivo Cali.