Las visitas de Millonarios a las distintos estadios del país siguen siendo todo un acontecimiento. El Metropolitano de Barranquilla se abarrotó para ver al Junior enfrentando al Embajador en la jornada 17 de la Liga BetPlay Dimayor 2023-I. Un Tiburón en alza, pero que venía de perder con el Deportivo Cali, tenía en su actuar la posibilidad de estar dentro del grupo de parciales clasificados. El objetivo de una victoria albiazul, más allá, era tomar el liderato del campeonato.
1. Anestesia general
La nómina alternativa que utilizó Alberto Gamero no funcionó. Si algo tiene este proceso es el buen trato de la pelota, pero Millonarios se cansó de entregar mal la pelota. La presión alta ejercida por Sandoval y León fue todo un martirio para la primera línea de centrocampistas y la zaga visitante. El peor de todos fue Samuel Asprilla, que sigue recibiendo oportunidades como lateral izquierdo y no genera seguridad en defensa ni vértigo en ataque. Lo que sí sorprendió fue la mala tarde que tuvo Stiven Vega.
Y si se quiere sumar algo para un coctel mortal, Millonarios estaba anestesiado. No solamente porque parecía hipnotizado ante el toqueteo de pelota del Junior, sino por la concentración dentro de las situaciones concretas del partido. Así fue como llegó el primer gol. Un tiro de esquina en el que todos se quedaron mirando para otro lado y Montero estaba metido en el arco. Un cobro rápido y Sandoval metió la cabeza al minuto 21. Increíblemente, el marcador se fue en 1-0 al descanso y la visita la sacaba barata.
2. Adrenalina
Se necesitaba un efecto contrario y Gamero lo entendió. Envió como dosis de adrenalina a Mackalister silva y a Óscar Cortés. Aquí cambió todo. Poco después de un minuto de la reanudación, una jugada liderada por el capitán dejó a Guerra el mano a mano para un remate que pasó a centímetros del palo.
Bolillo Gómez tenía razones para alarmarse. No solamente por los cambios que llegaron y que iban a llegar en el rival, sino porque Dídier Moreno se lesionó y su equipo se empezó a llenar de amonestados. Prontamente, como rastreando la preocupación en Junior, Leonardo Castro y Daniel Cataño se sumaron al equipo en cancha que quería hacerle frente a la derrota parcial.
Para completarle el desespero a Bolillo, Vélez metió una plancha sobre Vargas y vio la segunda amarilla. Esa expulsión dejaba una ventana de 15 minutos para que Millonarios se volcara al ataque en la búsqueda del empate.
Cuando todo parecía favorable, apareció Albornoz, que supo complicar a Millonarios en cada aventura que intentaba sobre la banda derecha. Además, vino una acción en la que Leonardo Castro fue amonestado y aplaudió al árbitro. Carlos Betancur no se lo pensó mucho y le mostró la tarjeta roja por la falta de respeto.
Al final, no le alcanzó a Millonarios para empatar el partido y Junior se mete entre los ocho equipos que parcialmente avanzarán a la siguiente fase. Reprochable, el comportamiento del público de la tribuna occidental en su parte baja, que tiró botellas y otros elementos a Leonardo Castro cuando fue expulsado y a Daniel Cataño en el último tiro de esquina.