Hay rivales y escenarios que no son para todo el mundo. Sobre todo, lo primero. Mucho más cuando enfrente está una campeona del mundo como es Alemania. Pero eso poco o nada le ha importado a Jhon Arias para demostrarle a Néstor Lorenzo que quiere ser una de las ruedas del vehículo para emprender la ruta a México, Canadá y Estados Unidos 2026. El extremo de Fluminense, de no haber sido por que Cuadrado marcase, hubiese sido la gran figura de un triunfo histórico que permite soñar en alto en los clasificatorios a iniciar en septiembre próximo.
La fiel prueba de que Lorenzo le ha dado el visto bueno a su continuidad en este proceso ha sido la permanencia durante los 90 minutos en el Veltins-Arena, mucho más después de haber cambiado todo el mediocampo y la zona delantera. Y es que, Arias puede jugar de interior, por fuera; por la derecha, centro o izquierda. No sufre de alteraciones y además se convierte en el socio de todos. Aporta a la ofensiva, y ni decir a la defensiva. Una constante pesadilla este martes en cada balón que dividía Ter Stegen con su zaga.
Aunque sume solo seis partidos con la Amarilla, Jhon Arias ha demostrado personalidad y carácter a la hora de defender los colores de su nación. Inclusive, junio es un mes bendito para el chocoano, puesto que justo hace un año (el día 5) hacía su debut en las Mayores enfrentando a Arabia Saudí; hace cuatro días daba su primera asistencia y este 20 de junio tuvo su tarde de graduación descontrolando y haciendo perder la paciencia a Flick y sus dirigidos.
Con respecto a su actuación, Arias cumplió en los objetivos propuestos. Terminó con una efectividad en los pases de 89%, ganó nueve de los 13 duelos disputados en el suelo y además obligó a Alemania a cometer errores no forzados, los cuales permitieron a Colombia mantener la posesión. Que hay jugadores de clubes y otros de selecciones no un misterio por resolver, pero Jhon Arias, a punta de sacrificio, ha demostrado que su llamado a la Selección no es un tiro al aire. Todo lo contrario, ha llegado para no irse, y si faltaba algo era reclamar el diploma ante una de las selecciones más temidas del mundo.