Suplente de inicio ante el Leipzig, la salida al terreno de juego de Julián Álvarez a falta de ocho minutos para el final alivió al Manchester City, que enterró su bache de malos resultados con un golazo y una asistencia del delantero argentino que sirvieron al conjunto inglés para ganar 1-3 y liderar el grupo G de la Liga de Campeones.
Julián Álvarez paró el tiempo en el RB Arena del Leipzig. Cuando el partido agonizaba y su equipo se disponía a sumar otro pinchazo, agarró la pelota en el vértice derecho del área del conjunto alemán, miró de reojo a la meta defendida por Janis Blaswich y se inventó una rosca que entró por la escuadra de la portería germana. Ahí se acabó todo el sufrimiento del City, que vivió en el alambre por su incapacidad para definir un encuentro que agonizó definitivamente cuando en el tiempo añadido Álvarez volvió, se sacó una buena asistencia de la chistera y dejó a Jérémy Doku mano a mano con el golero alemán para completar la faena.
En tan sólo unos minutos, Julián consiguió lo que no hicieron sus compañeros, atascados durante toda la segunda parte pese a dominar casi por completo a un equipo que apenas se asomó por la portería de Ederson. El campeón del mundo acabó con una incertidumbre desagradable que duraba casi una semana. Y es que, el equipo de Pep Guardiola afrontaba una situación casi inédita en los últimos cursos. Para cualquier equipo normal, perder dos partidos consecutivos puede ser motivo de preocupación; pero para uno como el Manchester City, acostumbrado a ganar casi cada día, dos derrotas son sinónimo de un aviso de crisis.
Eso ocurrió con el City, que acudió a la cita frente al Leipzig en medio de un bache de resultados marcados por la caída ante el Newcastle en la Copa de la Liga y por la derrota el pasado fin de semana en la Premier League frente al Wolves. El inmaculado inicio de curso se rompió en apenas unos días y a los Citizens les tocaba ganar sí o sí al Leipzig. Guardiola recuperó a Bernardo Silva y a Rodri, dos hombres imprescindibles que no pudieron enfrentarse al Wolves, y además se puso en modo Champions con la aparición de titulares que fueron reservados en Liga. Rico Lewis, Josko Gvardiol y Jack Grealish completaron un once altamente competitivo que minimizó a su rival desde el minuto uno.
El Leipzig fue neutralizado por completo. Rodri dio el control total a su equipo, que en los primeros 45 minutos acumuló una posesión superior al 80%. Bernardo Silva aportó la imaginación que necesitaba su equipo de tres cuartos para delante. Rice se convirtió en un socio perfecto para el portugués y Phil Foden, muy punzante, fue un incordio constante para un rival muy desconcertado. En esta ocasión, la posesión del City no fue pasiva. Llevó el ritmo siempre como quiso y encontró espacios en el último tercio del terreno de juego. Al contrario que en otras ocasiones, en las que las posesiones larguísimas sin profundidad dominan el juego del City, el Leipzig sufrió la versión más dominadora del cuadro inglés.
Hasta el primer y único tanto del primer acto, muchas fueron las opciones para inaugurar el marcador. Casi siempre, con Foden de protagonista. Él mismo, al cuarto de hora, se encargó de lanzar un centro-chut que Bernardo Silva no acertó a rematar casi bajo la línea; después, lo intentó con un disparo desde fuera del área; y, al final, dio la diana tras culminar una gran combinación entre Bernardo Silva y Rice. El gol fue el premio justo a una gran primera parte del City, que, sin embargo, recibió un jarro de agua fría tremendo a los tres minutos de la reanudación. Loïs Openda, un buen corredor, aprovechó su primera carrera con espacios para empatar el duelo en un mano a mano ante Ederson. Poulsen, con una gran asistencia entre líneas, habilitó a su compañero ante la desesperación de Guardiola.
El City reaccionó bien. Vivió un segundo de frustración, pero enseguida volvió a monopolizar todo el juego, igual que en la primera parte. Ante el abuso, el Leipzig no tuvo más remedio que encerrarse atrás y esperar otro contragolpe milagroso para rematar a un equipo que merecía mucho más. Foden fue el hombre más insistente. Otra vez acaparó casi todas las acciones hasta que abandonó el terreno de juego a falta de diez minutos para el final. Le sustituyó Julián Álvarez, pero antes dejó un centro espectacular desde la banda izquierda que no remató a puerta Haaland cuando tenía todo a favor y un lanzamiento de falta que se estrelló en el larguero de la portería defendida por Blaswich.
Y si Foden fue el mejor antes de la aparición de Julián Álvarez, Haaland vivió una noche aciaga. Todos sus remates fueron erráticos. Sólo uno fue a puerta, el que acometió a falta de media hora y que se encontró con una mano salvadora de Blaswich. Menos depredador que nunca, a su equipo le afectó la falta de olfato, sobre todo en una última ocasión que rebañó Raum cuando se disponía a rematar la faena ante Blaswich. Entonces, apareció Álvarez. Con dos picotazos, consiguió hacer justicia en un marcador que habría sido muy cruel para el City en el caso de lucir un empate. El argentino silenció a los críticos y Guardiola sonrío. El City, volvió a la senda de la victoria.