* La firma de Nicolás Flórez Parra
Una de las preocupaciones de este espacio, ya demostrada en entradas anteriores, es lo mal que los periodistas deportivos estamos hablando. Aunque los gazapos y las confusiones conceptuales no son exclusivas del continente americano o del idioma español, sí es cierto que por estas latitudes se escuchan muchas cosas de las cuales hay aterrarse. Se habló en su momento del tal ‘trivote‘ y de la diferencia entre clásicos y derbis; ahora toca hablar de los autogoles.
Como si ya no fuese suficiente desgracia que un jugador emboque la pelota en la portería de su equipo, también toca escuchar a relatores, analistas, reporteros a pie de campo y hasta a exfutbolistas referirse de manera equivocada a lo que está sucediendo. En medio de las aceleradas transmisiones, los acalorados espacios de debate o los nervios de estar en frente de un micrófono, es muy común que haya un autogol y alguien casi salte a decir “¡Ay, gol en contra!”.
De ahí en adelante, todos los comentarios se van con la misma frase sin reflexionar ni un momento sobre lo que se está hablando. La situación resulta tan tonta que procederemos a explicar algo supremamente obvio y me disculparé, pero, bueno, dicen por ahí que el sentido común es el menos común de los sentidos. Partamos de que todos los goles son a favor de un equipo y en contra de otro. La anotación es a favor del equipo que ataca hacia el arco en el cual entró la pelota y, claro, es en contra del que está defendiendo esa portería. De verdad, ofrezco excusas por poner en evidencia que el agua moja, pero así de imbécil me siento yo cuando escucho al alguien referirse a los autogoles como goles en contra.
Naturalmente, la anotación de un jugador en la meta de su mismo equipo no escapa a la regla. Sube al marcador e, inmediatamente, pasa a ser a favor del otro conjunto y en contra del suyo (reitero lo obvio y vuelvo a disculparme si hace falta). Y entonces, si es tan evidente este asunto, ¿por qué diablos hay tanta gente refiriéndose así a la desafortunada acción?
Pues esto tiene, reflexiono yo, dos explicaciones y en ambas se trata de falta de criterio. La primera, que encuentro más probable, tiene que ver con una confusión de la palabra, porque hablar de un autogol como ‘gol en propia (puerta)’ sí tiene sentido y estaría totalmente correcto. La otra, que me sonaría más a pretexto de quien se empeñe en seguir cometiendo la imprecisión, es que se está hablando de ‘gol en contra de su mismo equipo’ y se está esperando a que la audiencia lo complete en su cabeza.
En todo caso, los goles en contra o recibidos son una cosa muy puntual y llevar esta estadística se usa para determinar qué tan vulnerable es la defensa de un equipo. Los goles en propia, por el contrario, no suelen ser un número relevante, sino que pasa a ser más una anécdota sobre la mala suerte o la desgracia del ejecutor. Algunas plataformas y fichas técnicas también traen el error, aunque sea menos perceptible: usan entre paréntesis la sigla G.E.C. (gol en contra). Lo correcto en estos casos es G.P.P. (gol en propia puerta) o, simplemente P.P. Para las reseñas en inglés es O.G., que significa ‘own goal‘ y no es otra cosa que lo que tanto le cuesta al comentario latinoamericano: ‘propia puerta’.
Reiterativo sobre lo ya dicho en oportunidades anteriores, no es un tema trivial. Sí, es fútbol o deporte, pero expresarse bien es la mínima obligación moral de cualquier comunicador. Maltratar el idioma en un medio de difusión resulta un pecado capital, teniendo en cuenta que también se está maleducando a la audiencia. En tiempos donde cada quien hace y dice lo que quiere se hace difícil impartir un poco de pedagogía, pero no hace falta ser experto… mucho menos cuando “los expertos” son quienes perpetran los atentados conceptuales o lingüísticos.
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