Desde la “administración de pobreza” hasta la vulgar ‘venganza’ contra Bodhert: así se gestó la peor noche en la historia de Santa Fe

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El plantel de Santa Fe, Eduardo Méndez y Hubert Bodhert

El 7 de octubre de 2023 será un día difícil de olvidar para los hinchas de Santa Fe, así como lo fueron las noches mágicas del 09/12/15 y el 15/07/12… Pero esta vez porque el club vivió la peor (o una de las peores noches de su historia). Y ni siquiera por el escandaloso marcador de 0-5 ante Águilas en casa, sino por las malas formas que se vieron en el estadio y que desencadenaron una ola de insultos contra el presidente en el palco, el DT en el banquillo y cada jugador presente en la cancha.

Todo ya estaba predispuesto para que fuera una noche horrible, porque el equipo venía de dar vergüenza en Copa Betplay y otros tantos partidos como visitante. De hecho, fue un estallido de la afición que se aplazó por una ‘mentirosa’ victoria en el clásico ante Millonarios. Y los futbolistas, que muchas veces son lo peor del fútbol (al menos para el servidor que escribe estas líneas), pelaron el cobre de la forma más vulgar posible.

Eduardo Méndez y su junta directiva, los principales culpables de la crisis de Santa Fe

El club lleva en un letargo largo desde 2018 hasta la fecha, pero ni siquiera la vergonzosa derrota con River en Argentina ante un equipo sin arquero fue tan humillante como lo de este 7 de octubre. Y todo esto es la consecuencia de una “administración de pobreza” que debió asumir Eduardo Méndez, pero que él mismo agravó con una serie de decisiones equivocadas mientras intenta balancear las arcas de un club golpeado por la derrochadora administración de Juan Andrés Carreño y los dos últimos años de César Pastrana.

Lo primero que hizo Méndez cuando llegó a Santa Fe enviado por César Pastrana fue tomar la inteligente decisión de despedir inmediatamente a Patricio Camps, que estaba desperdiciando los rezagos de una buena nómina de jugadores y darle las riendas del equipo a Hárold Rivera, un hombre de su confianza. El barco empezó a andar y el primer año del presidente fue más que positivo.

Pero luego empezaron los líos por no saber administrar la pobreza que Méndez tanto menciona, y con razón. Primero Santa Fe fue perdiendo paulatinamente la calidad en su plantilla con contrataciones random sin mayor sustento deportivoy entonces ahí Hárold Rivera perdió los estribos. Caer en la final con América en 2020 fue el inicio de una serie de ‘papelones’ que vivió Santa Fe y que terminó con su salida empezando el segundo semestre, cuando el presidente debió sacarlo en pretemporada para que un nuevo entrenador asumiera con tiempo.

Y en eso se convirtió el constante ciclo tóxico de Santa Fe. Fichar entrenadores baratos para administrar una nómina cada vez más pobre y despedir a los DT’s en medio del campeonato por malos resultados o porque los mismos futbolistas tienen la desfachatez de hacerles el popular ‘cajón’ que han sufrido un sinfín de estrategas en Colombia. Nombres como Rivera, Grigory Méndez, Cardetti y el interino Bedoya desfilaron con más pena que gloria; solo haciendo la excepción en Alfredo Arias que mostró fútbol y buenos resultados, pero lastimosamente optó por dejar botado al club en un nido de mentiras.

Y para colmo, la gerencia deportiva de Agustín Julio fue igual o más cuestionable que la actual administración de Méndez, con el agravante que el exfutbolista estaba en el club desde antes y fue el culpable de muchas decisiones perjudiciales para el equipo y la negligencia en la gestión de las plantillas que a la larga le costaron su puesto. Pocos jugadores de jerarquía como Alex Mejía, Carlos Sánchez y Jefferson Duque pasaron por el club en estos años de la nueva presidencia con la mala suerte que abandonaron a la institución sin mostrar lo mejor de su fútbol y ante cualquier oferta que les pusieron en la mesa.

Pero a pesar de todo esto, las posibilidades de que Eduardo Méndez dé un paso al costado son mínimas en el futuro cercano; y entonces el presidente tiene que revisar sus errores del pasado para entender cómo “administrar pobreza”, así como lo pueden hacer otros clubes logrando réditos más que aceptables: un equipo grande en afugias como Santa Fe puede tener una nómina barata, pero un entrenador de jerarquía que sepa gestionar lo poco que tiene; o apostar por elevar la calidad de la plantilla con jugadores importantes y un DT estándar que los acompañe. Pero DT barato y plantilla pobre es la fórmula directa al fracaso reptitivo con las constantes eliminaciones que ha vivido el ‘león’ en los últimos certámenes locales e internacionales.

Hoy Santa Fe no tiene nada que destacar para el presente ni el futuro en su plantilla más allá de un Rodallega que en cualquier momento se aburrirá y se irá del club, como otros tantos jugadores que ‘enamoraron’ parcialmente a una afición que a veces se le olvida exigir, pero que parece haber despertado este 7 de octubre (incluso antes de la goleada) por medio de sus barras, pero también del hincha común que se hartó desde el dolor.

“Los futbolistas son lo peor del fútbol”

Después de hacer una larga catarsis sobre Eduardo Méndez y las formas en que ha alejado a la hinchada del equipo, hay que ahondar en la vulgar y vergonzosa “venganza” de un plantel que entregó a Santa Fe a una goleada 0-5 como local que no vivía desde 1984. Son futbolistas totalmente del montón sin ninguna chapa que mostrar y que viven dando tumbos en cada partido, especialmente cuando salen de Bogotá. Y aún así tuvieron la desfachatez de pararse en la cancha para vengarse de un entrenador que justamente criticó sus notorias deficiencias técnicas, esto sin importarles la afición a la cual agradecen demagógicamente en los micrófonos sin respaldar sus palabras en la competencia.

Desde la pretemporada se preveía que esta plantilla no le iba a dar ninguna alegría a Santa Fe y solo un clásico accidentado les dio algo más de plazo. Pero su bajo nivel y compromiso era tan evidente que pronto ‘estalló la bomba’. Y esto en parte fue dinamitado por un Hubert Bodhert que jamás estuvo a la altura del equipo y que en pretemporada se deshizo abusivamente de un referente como Wilson Morelo que aún tenía contrato, y que le cobró al aparecido entrenador con su quinto gol este sábado.

Y es que Bodhert siempre creyó que Santa Fe era un equipo pequeño o mediano como los que él estaba acostumbrado a manejar, y entonces planteaba partidos mal armados pasando penas como visitante y salvándose con lo justo de local aprovechando un fixture muy fácil. Pero el fútbol y el trabajo no mienten, y el humo del entrenador se fue disipando, especialmente desde los días que salió a ‘acribillar’ a los jugadores en tres ruedas de prensa.

Y ante ese panorama, los futbolistas promedio de Santa Fe hicieron lo que era esperable de profesionales de su tipo. Hacerle entender al entrenador que no lo querían más bajando el ritmo, poniendo freno de mano, jugando mal en casa y afuera, dando pases para los costados y librándose de la culpa para que saquen al entrenador con el que ya no estaban cómodos. La directiva optaba por aguantarlo para evitarse una indemnización, y ante eso el plantel todavía podía cometer algo más grave: perder 0-5 en casa en un partido clave para pelear la entrada a los cuadrangulares, así dejaron un mensaje más que claro.

Eso es reprochable, pero no sorprenden este tipo de cosas en el fútbol colombiano. Aunque aquí lo vulgar e imperdonable son las formas: caer 0-5 en El Campín contra un equipo pequeño (por más que sea líder transitorio) como Águilas, sin correr, lanzando balones a la tribuna y jugando siempre para atrás. Desde el más ‘viejo’ en el plantel como Dairon Mosquera (que sobra en el equipo hace más de dos años), hasta los más nuevos que trajo Bodhert y que nunca mostraron una pizca de respeto por la camiseta del club que pese a su “pobreza” les pagaba un buen salario. Solo Hugo Rodallega mostró liderazgo y rebeldía en medio de este horrible semestre, pero se terminará cansando y yendo a un elenco (tal vez su querido América) que sí le brinde un verdadero proyecto deportivo para cerrar su carrera de la mejor forma.

Y de nuevo Santa Fe está en el punto de partida tóxico de todos los semestres recientes. Buscando un técnico en medio de la temporada (posiblemente el uruguayo Pablo Peirano que fue asistente de Pelusso en 2015) y con un plantel de jugadores que en su mayoría serán inservibles para el nuevo entrenador, por lo que irá al mercado de pases en busca de más nombres. Se pierde plata, clientes, tiempo y se colmó la paciencia de una afición que está atada de manos ante la junta directiva de Santa Fe que no cuenta con las habilidades para “administrar pobreza” en un fútbol tan mediocre como el colombiano, donde no hay que ser la panacea para meterse entre los 8 mejores y conseguir al menos un cupo a la Copa Sudamericana. Siempre habrá tiempo de corregir y resurgir, pero eso solo se logra con inteligencia y voluntad…