Este martes se cumplen 30 años del partido en el que Colombia tocó el cielo con las manos. El día que todo el mundo se enteró de unas las páginas más doradas de nuestro balompié. Un estilo y una generación recibieron su diploma de graduación en El Monumental de Buenos Aires. Hacer ver mal al reciente campeón de América, a punta de buen fútbol, no pasa muy seguido y cada 5 de septiembre debe ser motivo de celebración.
Es muy difícil de olvidar todo lo que vivía el país en ese 1993. La bombas de Pablo Escobar retumbaban cada vez menos. Eran los últimos golpes de un capo que estaba a punto de caer. El Bloque de Búsqueda iba cercando al este nefasto personaje que le hizo tanto daño a Colombia. Uno atacaba y otro respondía; Medellín era un campo de batalla y por eso el fútbol -en ese momento- llegó como anestesia general a los dolores. (Así lo cuentan Nicolás Samper y Cristian Solano y su podcast).
En ese momento, la Eliminatoria se jugó en un mes (arrancó el 1 de agosto del 93 y terminó el 5 de septiembre). Colombia compartió grupo con Paraguay, Perú y Argentina. En la ida, la Selección de Francisco Maturana igualó en casa en el estreno contra la Albirroja, le ganó a los Incas en Lima y acabó con el invicto Albiceleste de 33 partidos. Reciente campeón de América en 1991 y 1993; unos meses antes de la clasificatoria.
Para la vuelta, Colombia empató con Paraguay en Asunción en una “batalla”. Un partido durísimo. Goleó a Perú en Barranquilla y llegó a Buenos Aires con viento en la camiseta. Nadie en el país pensó que ese día conocería la derrota y volvería a luchar un repechaje para ir a un Mundial. Algunos pedían un empate y muy pocos, optimistas, soñaban con una victoria.
Desde Colombia y por televisión, se veía un Monumental a reventar. No le cabía un alma y muchas cámaras enfocaban a Diego Armando Maradona junto a su esposa y amigos. La tensión se iba apoderando de todos cuando en el calentamiento, Leonel Álvarez gritaba: “¿A qué vinimos?” y sus compañeros respondían: “A ganar”.
Rodó el balón, Argentina fue una tromba y Óscar Córdoba no atajaba, los disparos pasaban muy cerca. El Monumental era un hervidero pero fue bajando la temperatura porque el gol no llegaba. Antes de caer el telón, ‘El Pibe’ frotó la lámpara, habilitó a Freddy Rincón; que sin ningún temor, dejó a un lado a Goycochea y abrió el marcador.
Para el segundo tiempo, llegaron los goles de Asprilla, Freddy repitió y Adolfo ‘Tren’ Valencia le puso moño a la goleada histórica. Maturana no hizo un solo cambio, sus once muchachos cerraron de la mejor manera; se abrazaron en el centro del campo mientras todo El Monumental (Maradona incluido) los aplaudía.
Lo que pasó nueve meses después ya lo conocemos. Pero este 0-5 en Buenos Aires ante Argentina, marcó a toda una generación que estaba aburrida de las bombas, de las balas, de la violencia, de la corrupción y de los malos gobernantes. Podemos confirmar que los que éramos niños en ese momento, tuvimos nuestra gran -primera- celebración futbolera.
Pasaron 30 años y nadie se olvidará de las atajadas de Córdoba, el orden de Perea y Mendoza; la salida de Wilson Pérez y el ‘Chonto’ Herrera; el liderazgo de Leonel Álvarez, el juego fuerte y bien intencionado de ‘Barrabás’ Gómez, los 4 pulmones de Freddy Rincón; la claridad de ‘El Pibe’ Valderrama, la calidad de Asprilla y la resiliencia del Tren Valencia. Maturana, maltratado por muchos, puso a estos muchachos en lo más alto y el fútbol colombiano le debe muchísimo.
Si, para muchos será la repetición del pasado. De algo que jamás se superó. Claro, mucho tuvieron la fortuna de tener su primer recuerdo con la generación de Falcao y James. Pero cuando el país se caía, estos once muchachos nos dieron una alegría imposible de olvidar, que después de 30 años se sigue hablando de ella.