* La firma de Nicolás Flórez Parra
No hay nada más cerca de cortarse que una racha. Esa frase sí que se ve en el fútbol y representa un peligro latente para aquellos equipos que traen ciertos registros positivos. La Selección Colombia está, más o menos, en esa situación. Y es “más o menos” porque es cierto que no ha perdido desde que Néstor Lorenzo asumió la dirección técnica, pero es que han sido únicamente encuentros amistosos.
Evidentemente, el proyecto llega con cierta confianza, siempre necesaria para afrontar con valor los retos propuestos. El problema radica en la posibilidad de los resultados adversos. El estreno en la Eliminatoria lo pone en frente de Venezuela en Barranquilla y, a gritos, es una obligación para la Tricolor ganar ese duelo. No hay otro desenlace aceptable. Un empate o una derrota sería un golpe durísimo para un seleccionado que viene de quedarse afuera del Mundial de una manera absurda.
Sería ilógico criticar a Lorenzo por llegar en medio de esta situación al arranque del proceso clasificatorio a la cita de 2026. Él ha cumplido con disputar los amistosos buscando la victoria y trabaja sus formas con el grupo. Lo que incomoda son algunos nombres que incluyó dentro de esta convocatoria, que también tendrá la responsabilidad de medirse en visita a Chile.
Empezando desde el fondo, resulta inaudito el llamado a Dávinson Sánchez y Yerry Mina. El primero no solamente ha sido relegado y criticado en el Tottenham por su bajo nivel, sino que la Selección ya tuvo que sufrir sus desatenciones en el ciclo pasado. Regaló situaciones que terminaron en gol en contra y es un defensor central que no da garantías ni confianza. Mina, por su parte, se fue del Everton y no fue por bueno. Sí, se ganó el cariño allá y demás, pero la realidad es que llegó a la Fiorentina como plan de escape de un fútbol inglés al que poco le podía aportar. En el equipo italiano no ha contado para nada.
Y el otro asunto, como casi siempre, hay que tocarlo. Hay quienes siguen defendiendo a capa y espada la inclusión de James Rodríguez en la Selección Colombia, pero los datos de la Eliminatoria pasada muestran que el rendimiento del equipo fue del doble cuando el ahora jugador de Sao Paulo no estuvo. Recién llegando al fútbol de Brasil, es suplente y viene de ser responsable de la eliminación del conjunto Tricolor de la Copa Sudamericana. Duró cuatro meses parado, pero un par de semanitas y un puñado de minutos son la excusa perfecta para volverlo a meter donde claramente no tiene cabida ni mérito. Un despropósito.
Es un hecho evidente que las convocatorias de James Rodríguez se dan más por un tema de activación de mercadeo que se ha institucionalizado que por verdadero premio a su actualidad. El gran pecado que dejó a la Tricolor por fuera de Qatar 2022 se está repitiendo. No aprendemos. Ya es una cosa de la sociedad colombiana: siempre, en todo, tiene que haber palanca. ¿Hasta cuándo? ¡Qué pereza!
Néstor Lorenzo sabrá por qué los llamó. Y lo cierto es que, mientras consiga los resultados, como lo ha hecho en los juegos de preparación, que haga lo que quiera. Ya otra cosa es pasar de asumir riesgos en la convocatoria a jugar con fuego con la inclusión de alguno de ellos en la alineación titular. Así como tiene la libertad de conformar la nómina, también le recaerá la responsabilidad si esto no anda. Tuvo mucho tiempo de trabajar y esta es la hora de la verdad. Por ahora, Colombia es campeona mundial en amistosos, pero en lo que realmente cuenta no ha hecho nada.
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